29 septiembre, 2008

Cecy2014

Caía la tarde, de un día nublado,
casi al borde de la lluvia, donde
el frío se hacía sentir con una cálida
brisa otoñal. Estában en una vieja
casona de aspecto rústico, no muy alta,
que se encontraba en fase de remodelación.
Algunos materiales, como pintura, pasta
muro, rollos de papel decomural y herramientas
varias se encontraban dispersas por gran parte
de aquel lugar.

Toda la familia recorría aquel lugar,
en una meticulosa faena de revisión
de la casa, con la idea fija de establecer
vivienda y negocio en un mismo lugar.

En un momento dado, el padre de familia
se hacercó a quién a lo lejos parecía ser
una asistente comercial. De apariencia
sencilla, delgada, pelo liso hasta los hombros.
Estaba sentada de lado, sobre unas escaleras
de no más de tres escalones que entrelazaba
el desnivel de dos pisos de dos habitaciones
contiguas. Con sus piernas juntas, la muchacha,
apoyaba una carpeta que cogía entre sus manos,
y mientras escribía en ella con afanada actitud,
se denotaba en pálido rostro, un dejo de
melancolía que curiosamente podía percibir a
la distancia en que me encontraba.


El hombre, dejó la familia en libertad para
que continuasen con el recorrido, y se dirigió
a la muchacha.

En la medida que se acercaba, se le hacía más
evidente esa extraña sensación, al punto de
acelerar notoriamente sus pulsaciones, siendo
evidente el hecho de no querer perder de
vista su sigilosa búsqueda interior, al punto
de poder escuchar o sentir su propio latido.

¿Por qué?, trataba de entender que sucedía,
hasta que con cierto grado de timidez, se atrevió
a acercarse.

Justo en el intento en que él se acercaba, la
muchacha volteó lentamente, y le miró a través
de sus vidrios empañados y empapados por lágrimas
que se escapaban por sus mejillas, emprendiendo
una rápida huida.

El joven dijo - ¡Espera!, y no pudo detenerle.
Ya cuando salió de aquel cuarto, la lluvia se
hacía evidente, y la escurridiza niña había
desaparecido.

El viento azotaba algunas de las ventanas que
se encontraban abiertas, e hizo volar un papel
que se encontraba en el suelo hasta sus pies,
desde dónde se encontraba escribiendo la joven.

En un momento de inmovilidad, miró aquel papel
desde su erguida altura, y lentamente se agachó
a recogerlo. Era una hoja de color amarillento,
muy vivido, con tenues líneas horizontales.
portaba una nota que llenaba la página entera,
la cual leyó lentamente.

El rostro del muchacho se tornó pálido, en la
medida que leía cada línea, y sus ojos parecían
expandirse con una expresión de asombro inusual.

El papel se encontraba húmedo aún, y denotaba
en su superficie las lágrimas derramadas con la
melancólica única de quién expresaba resumidamente
una parte importante del recuento de su vida.

Cuando llegó su familia, el joven simplemente
ocultó discretamente la nota. No quería problemas,
y sus recuerdos eran parte de esa historia escrita.

El muchacho tenía una vida normal, sin mayores
contratiempos, sin mayores emociones de las que
puede ofrecer una vida abnegada, y siempre
dispuesta para sus seres queridos.


Una vez que llegaron a una habitación, donde
se establecía un negocio que era de su madre,
se pusieron a conversar cosas cotidianas.
Pero su nerviosismo era evidente, y sin más
no pudo evitar ciertas preguntas.

Finalmente, sin saber que más hacer ante
el acoso de su estado, tomó el valor de
contarle a su madre sobre el hecho, en
un momento en que se encontraron a solas
en el pequeño negocio.

Ella lo escuchó un tanto preocupada, y le
dijo: - Tienes que clarificar tus emociones,
y por tu tranquilidad interior, no hay mejor
camino que enfrentar la situaciones que
la vida nos plantea.

Así fue como después de aquel episodio,
el muchacho indagó sobre la persona, y
con cierto temor descubrió que ella ya
no existía desde que una enfermedad
fulminante acabó con su vida el 14-Febrero-2014.

Aún más extraño, le resultó el descubrir
que entre todos lugares investigados en
Internet, la fecha de fallecimiento
siempre era la misma, considerando que
la fecha actual era el 29-Septiembre-2008,
según lo que él creía...

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