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El asiento es cómodo, el ventanal grande, una hermosa vista
del horizonte, y una brisa tranquila y refrescante. Un mate me acompaña, y
dialogo como siempre. A veces, las aprensiones nos persiguen como sabuesos, sin
importar donde estemos, ahí están.
Se respira paz, hay cosas concluidas, decisiones que ya
fueron bien encausadas tal y como corresponden, en el camino correcto. Algunos
ya se fueron y otros ya se sostienen a si mismos. Es el precio de la fama, es
la recompensa del esfuerzo.
Muchas preguntas fueron contestadas, y otras nuevas ya son
distintas. Las manos se entrelazan, y se re descubre la esencia de las almas.
Todo está bien, hay quietud, hay paz, y el sonido de la
melodía cambia, ahora por fin con mejor entendimiento, más calma, más paciencia,
y más canto.
No quiero dormir, no quiero perder ni un instante. Aún puedo
ser, y aún quiero ver aquel instante, donde los más pequeños pueden correr y
jugar libremente en este gran espacio.
Debo tener fe, aunque lógico no es, pero si necesario. Así
es hoy, 2023, de un día 4, no sé de qué mes, dónde si puedo ver, y donde aún
puedo caminar con mis delgados zancos blancos.
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