20:48 PM, era
un día 21 de Diciembre, extremadamente calmo, algo tibio, tras una agobiante y
larga jornada de trabajo, en la que Max, solía dejar para reflexionar y meditar
sobre cosas hechas y cosas por venir.
Sería un fin de semana muy especial para muchos, obviamente
no para el, que solía enajenarse un poco de los rituales comerciales y sociales,
propios de un fin de año.
Miró por la ventana por última vez, y sólo vio vehículos
detenidos a la distancia. El edificio estaba totalmente vacío, y presuroso
guardó sus cosas, cerró su boliche, y se
encaminó hacia el ascensor. Marcó el piso 1, estaba en el piso 33, y aguardó
con paciencia el lento descenso.
Mientras bajaba, a los pocos segundos, las luces comenzaron
a parpadear, hasta que finalmente se apagaron por completo. Quedó detenido a
medio piso. El fastidio lo envolvió, no había mucho por hacer, más que sólo
esperar que se activaran los sistemas de emergencia y que alguien le rescatara.
Rodeado de espejos, se sintió como dentro de un caleidoscopio,
rodeado de reflejos progresivos de si
mismo. Buscó ideas simples, y prontamente sacó de su bolsillo su celular, el
cual para variar, estaba sin señal. La sólida construcción del edificio más el
hermetismo del ascensor cortaban toda comunicación.
Pasaron así varios minutos, y nadie venía por él, pese al
ruido que producía el botón de emergencia. No era precisamente la mejor forma
de pasar un fin de semana, y menos perdiendo el tiempo de esa manera.
Los pocos focos de luz, se iban apagando en la medía que
transcurrían los minutos, y prontamente se quedaría a oscuras.
La impaciencia comenzaba a hacer efecto en su sensible
temperamento, y grito por ayuda algunos
instantes. Luego, guardó silencio y agudizó su oído, tratando de verificar
algún indicio de movimiento en el sector. El silencio era abrumador.
Repentinamente, un estruendo hizo que las luces volvieran a
parpadear, provocando a su vez, que el
ascensor se precipitará 10 pisos más abajo.
Fue un duro golpe cuando frenó de improviso, que dejó a Max tumbado en el piso, semi inconsciente.
Tras unos minutos, Max se incorporó, quedando sentado en el
piso con una fuerte contusión en la cabeza. Estaba mareado, su vista algo
borrosa, pero pudo constatar que las puertas del ascensor estaban entre
abiertas, apenas unos escasos centímetros.
Se aproximó a las puertas mecánicas y con cierto esfuerzo
las pudo abrir, logrando pasar estrechamente entre ellas. El edificio estaba
ladeado hacia el costado derecho unos 21º, lo que dificultaba un poco caminar
por los pasillos.
Se dirigió hacia la escalera de emergencia, intentó bajar un
par de pisos, pero había profundas grietas, que no podía ignorar. Necesitaba
saber que sucedía y se acercó a mirar por una ventanilla. El sol estaba bajo,
pero contrariamente al edificio, el lugar estaba plenamente iluminado rebozante
de un color amarillo anaranjado intenso.
Algo intenso había sucedido, no cabía duda de ello. Nada
funcionaba, ningún aparato electrónico, ni luces, ni semáforos, ni vehículos.
Entonces, miró hacia el horizonte, y la luz que vio, no era
del sol.
Cuando por fin se dio cuenta de lo que era, su cuerpo se
desvaneció.
Sintió su cuerpo liviano, lleno de luz, mientras unas manos
le guiaban por un túnel sin fin.
La sensación increíble de suavidad y libertad, sólo fue interrumpida
cuando una de esas manos presionó con fuerza su rostro, en una seguidilla de
pequeños golpes.
-
Ya vuelve en sí. –Dijeron.
Despertó de su trance, estaba tirado en el piso, y sólo atinó
a preguntar….
-
¿Qué fecha es hoy?
-
¿Que dices?… Está alucinando.
-
¿Qué día es hoy? - Replicó.
Un silencio se produjo entonces, y todos se quedaron mirando…
-
Hoy…, hoy es 22.
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