21 diciembre, 2012

Último día


20:48 PM, era un día 21 de Diciembre, extremadamente calmo, algo tibio, tras una agobiante y larga jornada de trabajo, en la que Max, solía dejar para reflexionar y meditar sobre cosas hechas y cosas por venir.

Sería un fin de semana muy especial para muchos, obviamente no para el, que solía enajenarse un poco de los rituales comerciales y sociales, propios de un fin de año.

Miró por la ventana por última vez, y sólo vio vehículos detenidos a la distancia. El edificio estaba totalmente vacío, y presuroso guardó sus cosas, cerró su boliche, y  se encaminó hacia el ascensor. Marcó el piso 1, estaba en el piso 33, y aguardó con  paciencia el lento descenso.

Mientras bajaba, a los pocos segundos, las luces comenzaron a parpadear, hasta que finalmente se apagaron por completo. Quedó detenido a medio piso. El fastidio lo envolvió, no había mucho por hacer, más que sólo esperar que se activaran los sistemas de emergencia y que alguien le rescatara.

Rodeado de espejos, se sintió como dentro de un caleidoscopio, rodeado de reflejos  progresivos de si mismo. Buscó ideas simples, y prontamente sacó de su bolsillo su celular, el cual para variar, estaba sin señal. La sólida construcción del edificio más el hermetismo del ascensor cortaban toda comunicación.

Pasaron así varios minutos, y nadie venía por él, pese al ruido que producía el botón de emergencia. No era precisamente la mejor forma de pasar un fin de semana, y menos perdiendo el tiempo de esa manera.

Los pocos focos de luz, se iban apagando en la medía que transcurrían los minutos, y prontamente se quedaría a oscuras.

La impaciencia comenzaba a hacer efecto en su sensible temperamento,  y grito por ayuda algunos instantes. Luego, guardó silencio y agudizó su oído, tratando de verificar algún indicio de movimiento en el sector. El silencio era abrumador.

Repentinamente, un estruendo hizo que las luces volvieran a parpadear, provocando a su vez,  que el ascensor se precipitará 10 pisos más abajo.

Fue un duro golpe cuando frenó de improviso,  que dejó a Max tumbado en el piso, semi inconsciente.

Tras unos minutos, Max se incorporó, quedando sentado en el piso con una fuerte contusión en la cabeza. Estaba mareado, su vista algo borrosa, pero pudo constatar que las puertas del ascensor estaban entre abiertas, apenas unos escasos centímetros.

Se aproximó a las puertas mecánicas y con cierto esfuerzo las pudo abrir, logrando pasar estrechamente entre ellas. El edificio estaba ladeado hacia el costado derecho unos 21º, lo que dificultaba un poco caminar por los pasillos.

Se dirigió hacia la escalera de emergencia, intentó bajar un par de pisos, pero había profundas grietas, que no podía ignorar. Necesitaba saber que sucedía y se acercó a mirar por una ventanilla. El sol estaba bajo, pero contrariamente al edificio, el lugar estaba plenamente iluminado rebozante de un color amarillo anaranjado intenso.

Algo intenso había sucedido, no cabía duda de ello. Nada funcionaba, ningún aparato electrónico, ni luces, ni semáforos, ni vehículos.

Entonces, miró hacia el horizonte, y la luz que vio, no era del sol.

Cuando por fin se dio cuenta de lo que era, su cuerpo se desvaneció.

Sintió su cuerpo liviano, lleno de luz, mientras unas manos le guiaban por un túnel sin fin.

La sensación increíble de suavidad y libertad, sólo fue interrumpida cuando una de esas manos presionó con fuerza su rostro, en una seguidilla de pequeños golpes.

-          Ya vuelve en sí. –Dijeron.

Despertó de su trance, estaba tirado en el piso, y sólo atinó a preguntar….

-          ¿Qué fecha es hoy?

-          ¿Que dices?… Está alucinando.

-          ¿Qué día es hoy? - Replicó.

Un silencio se produjo entonces, y todos se quedaron mirando…

-          Hoy…, hoy es 22.


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