31 diciembre, 2012

Colectividad


Una de las cosas curiosas que ha llamado mi atención después de tanto tiempo de convivir con los humanos, es su espíritu de colectividad emotiva. Es extrañamente perceptible en el ambiente, al punto de influir en el ritmo y funcionamiento en cada parte orgánica de este envase que ellos denominan, cuerpo.

Es año nuevo, y para ellos es como si fuese un nuevo renacer en donde las emociones y los buenos deseos se manifiestan al fervor de un abrazo cerca de las 12 de la noche.

Muchos actos pirotécnicos otorgan el glamour necesario conjuntamente con la música, los bailes, los encuentros, supersticiones, creencias, y la frenética aceleración de querer estar con mucha gente o en un ambiente especial.

En los años que llevo aquí en este envase, he podido apreciar sus emociones, algo que no he percibido de igual manera en otras especies de otros planetas. Es posible el creador, como le llaman, o como así creen, procuró establecer un diseño evolutivo que siempre estuviese motivado por estas sensaciones.

De cualquier forma, he aprendido a convivir con ellos, y obviamente disfruto cada  momento compartido, y hasta que no vuelvan por mí, seguiré observando esta extraña forma de vida que me ha sido asignada.

Lo único que puedo decir por ahora, es que ya falta poco, y prontamente descubrirán el verdadero potencial de sus cualidades verdaderas, vedadas por  motivos de conservación y resguardo de la especie.

Es posible que no alcance a ver estos últimos cambios, y que mi misión concluya antes,  ya que estos envases tienen ciertos límites de fabricación y como consecuencia expiran.

Lo cierto, es que mientras existan estas emociones, existirá un después, y mientras exista un después, habrá esperanza.

Feliz Año.


No hay comentarios.: