En el centro de una agitada ciudad, se encontraba
Mary, una anciana de ya casi 70 años, de aspecto
Elegante y sencillo, que rebozaba de mucha vitalidad.
Intentaba pasar en un cruce, tras salir de un centro
comunitario de ayuda a jóvenes adolescentes.
Buscaba ansiosamente un teléfono, y prontamente se
encausó por un corredor hasta llegar a una cabina
que se encontraba al fondo de un callejón sin salida.
Con algo de timidez, pero decidida, avanzó, con sus
ya lentos pasos, hasta lograr acercarse lo suficiente
y entrar en aquella cabina. Sacó un viejo y arrugado
papel desde su cartera, y cuando alzó su mano pudo ver,
en el reflejo de la cabina, su rostro marcado por los años.
Esbozó una leve sonrisa llena de picardía y empezó a marcar
un número, este empezaba con el 9. Mientras marcaba, el papel
que sostenía con su mano derecha, se escurrió entre sus dedos
y calló al suelo, saliendo por debajo de la puerta y fue arrebatado
por una repentina brisa. Intentó de memoria recordar el último
número. Dudó unos segundos y finalmente marcó el 3.
En un momento, todo se nubló y empezó a temblar.
La senil señora se asustó, y soltó el teléfono quedando
Paralizada por la impresión mientras el aparato colgaba
balanceándose fuertemente desde el cable. Las puertas
que ella misma había cerrado, estaban atascadas.
Trató de pedir ayuda, pero el lugar estaba desierto,
Y desde afuera nada se escuchaba, salvo el afanoso
Estremecer del viento y los objetos que caían a su
Rededor producto del movimiento.
Los vidrios de la cabina se empezaron a poner opacos,
y desde afuera, simplemente el empañamiento no dejaba
ver a la pobre anciana.
Al rato después, cesó el temblor, y la señora pudo
constatar que con calma y tranquilidad podría
salir de la cabina. Tras algunos intentos y con algo
de paciencia, logró abrió la puerta. Sorprendida,
lo único que pudo constatar, era que se encontraba
frente de otro lugar. Como si la cabina en sí, fuese
un ascensor y colindara con una habitación.
Era una habitación, bastante ordenada y cómoda, muy
sencilla y sobria, de colores amarillos, blancos, y
azules que combinaban armoniosamente con el lujoso
amoblado. Todo se veía impecable, y confortable.
Había un silencio que para una persona de ciudad de
Tan avanzada edad resultaba grato. Aquel lugar
inspiraba confianza y tranquilidad, y no dudó en
avanzar unos pasos. Su curiosidad era más fuerte,
y sólo caminó mientras miraba con asombro aquel lugar.
La puerta se cerró tras de ella, y sin más pudo observar
Que en el extremo opuesto, habían dos puertas
iguales a la que había dejado, y pensó que alguna
de ellas era la salida.
Siguió avanzando, y cruzó el lugar, y trató de salir del recito,
pero las puertas estaban todas cerradas.
Así pasaron las horas, el lugar era cómodo y muy
grato, a parte de ser enorme, y con algunos pasadizos
que daban el aspecto de un pequeño y simple laberinto.
Pese al tiempo transcurrido, no se desesperó, ya que
No sentía peligro, más bien era una sensación de cobijo,
Y las cosas a su alrededor le entretuvieron lo suficiente
Como para olvidar su angustia.
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En otra ciudad, desde un salón religioso salía de sus actividades
Parroquianas, Anny, una mujer que bordeaba los 61 años
De edad, de un aspecto sencillo y positivo. Era una persona
Muy alegre, pese a que en general mostraba mucha seriedad
Para cuando salía a la calle.
Iba en dirección a una plaza, portando un bolso artesanal
Lleno de libros y documentos propios de sus actividades y
Trabajo. Buscaba un teléfono público, escasos para la época
En que se encontraba, en pleno siglo 27. No obstante,
Siempre recordaba que había uno de emergencia en esa plaza
Que solía usar cuando su oletouchphone se quedaba sin
Baterías.
Cuando llegó al lugar, se constató de que el aparato estaba
Fuera de servicio, y con algo de frustración, miró con pocas
Esperanzas a su rededor. En un rincón, a la distancia, pudo
Visualizar una cabina, la cual antes no estaba. Era de color
Rojo por fuera, de vidrios trasparentes con lindos vitrales,
Que le daban un toque especialmente místico pero atractivo.
Era medio día y había mucha gente por doquier, buscando
Lugares para almorzar, comprar o divertirse. Por lo que no
Dudó mucho y se dirigió hacia la cabina. Se veía desde la
Esquina, casi apenas, dado que se encontraba en un
Corredor que seguramente habían construido hace poco.
El corredor era un tanto solitario, y sin más se apresuró
A entrar en la cabina y usar el teléfono. Buscó en su bolso
Unos ticket que acercó al censor del teléfono, activando
El aparato. Recordaba de memoria su número y comenzó
A marcarlo. Pero cuando casi terminaba, dudó en el último
Número, y sin querer marcó el 3.
Al momento de marcar el último dígito, la cabina se
Cerró automáticamente, dejando atrapada a la anciana,
La que trató desesperadamente de pedir auxilio. La cabina
Estaba totalmente sellada, y por la agitación, los vidrios
Empezaron a empañarse rápidamente.
La asustada mujer trató de mirar hacia fuera, limpiando
Afanosamente uno de los ventanales con su mano derecha,
Y sólo pudo ver una intensa lluvia repentina que se proyectó
Con fuerza sobre aquel lugar, luego unas voluminosas
Nubes que chocaban entre sí, daban destellos de relámpagos
Que al cabo de unos pocos segundos estremecían el lugar con su
Ensordecedor trueno.
El miedo fue aquietado, cuando vio su expresión reflejada
En la superficie del teléfono. Y se tranquilizó. Respiró hondo
Y procedió a tratar de abrir la puerta con total serenidad.
Entonces, la puerta se abrió lentamente, dejando ver la
Elegante habitación, que era habitada por una hermosa
joven de no más de 17 años.
Ambas mujeres estaban algo distantes y se miraron con extrañeza
y curiosidad. Anny tubo una sensación muy intensa, que no denotaba
signos de peligro o maldad, más bien era una profunda paz interior,
acompañado de un mareo suave.
Anny se acercó poco a poco a la joven, la que inmóvil le
esbozó una leve sonrisa, con un dejo de alivio.
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En otro lugar, Magy recorría un parque en busca de una cabina telefónica.
Siempre apurada, olvidó traer el número que debía marcar. Vestía un
cómodo buzo deportivo, sin bolsillos, que le asentaba bastante bien a
sus vitales 58 años. Como siempre, apurada, no quería perder tiempo,
y se fue por un solitario corredor, en cuyo final se encontraba una linda
cabina telefónica. Entró rápidamente, y se puso a marcar con sus ágiles
y finos dedos el número que recordaba. Mientras marcaba, se distrajo
un segundo y casi sin querer marcó el número 3.
Desde afuera la cabina fue desapareciendo de vista, mientras una
Repentina ventisca hizo que una espesísima nube de polvo se
Esparcía por el lugar.
En singulares circunstancias, y después de un buen susto, la calma
Volvío cuando por fin pudo abrir la puerta. Una vez hecho eso,
Se encontró ante una muy bien iluminada habitación, en donde
Se encontraban dos personas conversando a lo lejos, sobre un
Cómodo sofá.
Magi, al ver a estas dos personas, su pulso se fue normalizando.
No quiso interrumpir inmediatamente, y se acercó con cautela,
Mientras la puerta se cerraba lentamente, sin emitir ruido alguno.
Aunque no les conocía, su aspecto le parecía algo familiar, y
Sin más dijo – Perdón!, dónde estoy?. Las dos jóvenes, se
Pararon como un resorte y le respondieron al unísono con
Otra pregunta, - Y tú! Por dónde entraste?, Hemos tratado
De salir de aquí por horas, y las puertas están todas herméticamente
Cerradas. A lo cual Magi, desconcertada, le indicó la puerta
Que estaba a sus espaldas. Las dos jóvenes inmediatamente
Corrieron hacia la puerta que indicaba y trataron de abrirla,
Pero al igual que las otras, también se encontraba totalmente
Sellada.
Después de algunas discusiones, se calmaron y se dirigieron
Hacia Magi, quién estaba totalmente desconcertada.
- Que sucede?, preguntó Magi, con algo de impaciencia.
Las dos jóvenes, la miraron de pie a cabeza, y comentaron
Casi como murmurando entre ellas – Es que aún no se ha dado cuenta.
Magi, apenas pudo escuchar el cuchicheo, y dijo: -Darme cuenta de qué?
- Mírate, dijeron en coro ambas. Entonces Magi, bajó su mirada. Se percató
Que su atuendo era el mismo, aunque aparentemente se veía más delgada. Su real
Extrañeza fue cuando vio sus manos. Ya no tenían arrugas. Inmediatamente se tocó
Su rostro y lo sintió liso y terso. Sin más preámbulo se arremangó el buzo y se revisó
Ambos brazos y luego ambas piernas, extremidades que fácilmente reflejaban el
Aspecto de una persona totalmente joven. Luego palpó su delgadísimo vientre,
Y notó que toda su piel era suave y perfecta.
Algo asustada, retrocedió y dijo – Que es esto?, Es algún truco?, Quienes son ustedes?
Por qué me tienen aquí?.
Las dos chicas, ya habían estado horas en aquel lugar, y con total calma le trataron de
Explicar lo que había sucedido con ellas mismas. Aún así, ninguna de las tres jóvenes
Se explicaba tal fenómeno. Lo cierto, era que tras cruzar la puerta, sus canas habían
Desaparecido y una enorme sensación de gran vitalidad les envolvía seductoramente.
La pregunta correcta era, - Qué umbral cruzaron que les permitió tal milagroso cambio?.
En el lugar no había espejos, por tanto sólo pudieron constatar su joven aspecto
En el reflejo de una hermosa pileta que hacía de adorno en el centro de la habitación.
Esto lo lograban, interrumpiendo el flujo de agua que se desprendía desde una
Hermosa figura de mármol, que simulaba un niño vestido de ángel.
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Un cuarto portal apareció de la nada, entonces una estilizada
Figura de un hombre delgado, se visualizó en el fondo de la cabina.
Estaba sentado en el piso, apoyado contra la pared, recogido, con sus dos
manos entrelazadas sobre sus piernas, y su cabeza levemente inclinada
hacia un lado. Era un anciano con una largísimo barba, que no se
visualizaba muy bien desde donde las tres mujeres estaban.
La puerta lentamente empezaba a cerrarse, y las tres mujeres corrieron
A tratar de impedir que esta se cerrase por completo. Por fortuna,
Las puertas se toparon en uno de sus pies, que producto de la apertura,
Provocaron que una de las piernas del sujeto se extendiese.
Mientras una de las chicas atendía al viejo, las otras trataban de manipular
La cabina, presionando desesperadamente los botones del teléfono. Pero
Esta no se movía.
Colocaron entonces una traba en la puerta, mientras sacaban al pesado
Viejo, y lo colocaban en uno de los sillones.
Vestía totalmente de negro, un atuendo bastante simple, muy limpio,
sombrero de ala corta, pantalones a rayas y una camisa totalmente desgastada,
como si hubiesen pasado muchísimos años, pero sin que esto pudiese hacer
mella en su color. Unos zapatos grandes y formales le acompañaban. Todo era
negro, incluso su corbata, sus anteojos y un bastón. No traía joyas, reloj, comunicador,
ni ningún tipo de identificación.
Las chicas se miraban entre sí, y con más interrogantes que antes, sólo atinaron
A tratar de despertarlo.
Así pasaron varias horas, y el tipo yacía inerte recostado sobre sus espaldas. Tal vez
Era el único que poseía la respuesta de tal inesperado acertijo. Pero estaba vivo,
Y tendrían que esperar...
Era indudable que había sucedido algo extraordinario, y maravilloso, por cierto.
Sentir tal grado de juventud, era una sensación casi perfecta, aunque de inciertas
Pero similares circunstancias. La pregunta común era, - Por cuanto tiempo más
Habría que esperar?, y Esperar qué?.
Todo tenía que tener algún sentido, alguna una respuesta, eran 4 cabinas, 3 mujeres
Jóvenes, y 1 hombre viejo, 1 cabina abierta. Nada tenía sentido.
Por su parte, Mary dijo - Sólo tendríamos que esperar, porque el tiempo no se detiene,
a menos que en este lugar esa simple regla no se cumpla como se suele pensar.
Y las cosas que se precian como significativas no lo sean, si no, al revés de cómo
las observamos.
Anny inmediatamente exclamó. - Pero qué dices Mary!, todo tiene una explicación
Lógica, y esto no es más que algún tipo de sueño o experimento que debemos pasar.
Magy por su parte exclamó. – Busquemos una salida pronto, de todas formas alguien
Nos tendrá que buscar! Esto no puede estar pasando. Pero es curioso, ninguna siente
Miedo, ni peligro. Y este hombre cuando despierte no nos dará ninguna respuesta.
Dicho esto, se escuchó una cuarta voz diciendo. – Eso no es del todo cierto mi niña!.
Aquel hombre se levantó poco a poco, ante el asombro de las chicas.
Que perplejas muy lentamente giraron al unísono sus cabezas en dirección al viejo,
Que ya se encontraba sentado en el sillón y apoyado en su bastón.
Las tres chicas armaron un leve alboroto, y le preguntaron que sabía de lo sucedido.
El anciano, las miró con mucha ternura, y les dijo...
Nada es lo que parece niñas, sólo los números tienen la respuesta de lo que tanto
Han anhelado en sus vidas. Todo gira en torno al tiempo, en apariencia,
Y sólo perdura aquel sentimiento que tan celosamente han guardado por tantos
Años. Es una sensación común que gobierna nuestras vidas y nos comunica. Están
Aquí por una razón, y esa razón es el resultado de una decisión. Es una opción,
Y como tal, nos conduce hacia un nuevo camino.
Dicho esto, el anciano se paró del sillón donde estaba, y se aproximó a las tres
Jóvenes. Posó su mano derecha sobre ellas, y en ese preciso instante, cada una apareció
en un lugar diferente, dentro de sus respectivas cabinas.
Sin poder comprender las palabras del viejo, cada una vió como la cabina se deshacía
Ante sus ojos, y lo único que vieron cerca era un arrugado papel amarillo bajo sus
Pies con un número de 8 dígitos terminado en 3.