Después de un día maravilloso, se logra respirar con la paz
y la tranquilidad que se necesitaba. Era un día caluroso, con un tiempo
curiosamente más lento.
Sin necesidad de gran demostración de énfasis, los cortos pasos
se acercaron al lugar con total tranquilidad, guiados por unas simples instrucciones
desde su monitor de bolsillo.
Una vez en el lugar, la voz imparable narraba con entusiasmo
algunas sus cosas, siempre con positivismo, aunque ahora, con un poco de
distracción.
Mientras el escáner activo recopilaba información de las
muestras extraídas, y tras de una meticulosa inspección, el diagnóstico no se
dejó esperar, resultaba algo confuso, pero alentador. Llamó su atención aquellos huesos visibles,
increíblemente blancos y lisos, entre otras cosas.
En ese instante, un pequeño y peludo cachorro, casi del
porte de una mano, pasaba muy cerca de la zona, con su trote simpático y
ligero, totalmente ajeno, el que también fue escaneado, pero sin mayor relevancia.
Luego, un humano que también pasaba de largo cerca del lugar, se devolvió, y se
acercó con motivo de recolección para la protección de dichas criaturas. Otra
interrupción, conjuntamente con especies raras de insectos propios del lugar.
La escasa sombra de los grandes árboles desojados derretía
la tolerancia a un calor intenso. El sol parecía quemar, aún así, permaneció en
su lugar por la necesidad de no querer quebrantar la armonía de aquel brevísimo
instante.
Luego de un rato, sacó de entre sus cosas, una pequeña
naranja, que peló con meticuloso cuidado. Era casi simbólico, era parte de un
eterno viaje en el tiempo, que le transportaba hacia aquel mismo lugar, pero con
los cambios propios que produce el absurdo “progreso”.
Algunas preguntas fueron formuladas, y algunas fueron
respondidas, no obstante, había otra necesidad, intensa pero controlada, y pese
a la inquietud de la misma, le distraían otras cosas que a ratos le
desvinculaba hacia otros mundos, algo que antes no sucedía, por lo menos no con
tan notoria frecuencia. Era comprensible, son cambios, etapas distintas, nuevas
preocupaciones, más conocimiento, y posiblemente ciertas decisiones guardadas,
y derivadas seguramente de una nueva condición.
- “Mi vida útil aquí, ha expirado, debo continuar…”, se
dijo.
Es el tiempo, si el tiempo, que siempre vuela, aquel que
nunca se detiene y que prontamente indicaba que el viaje debía seguir su curso “elegido”.
Caminó entonces hacia la cueva donde habita un gusano veloz, siempre lleno de
parásitos todo el día, y ya casi en su retirada, miró una vez más, hizo una pausa,
se acercó nuevamente y con un dejo a diálogo interno, se despidió discretamente,
de aquel día.
Luego de eso, se retiró a su planeta, y continuó con su misión,
sin dejar de pensar en los cientos de datos recopilados, en un día de sol.