16 abril, 2010

El Florero


Introducción:

Hacía bastante tiempo que no escribía una historia, por motivos de fuerza mayor, porque de pronto hay cosas que cuesta asimilar, que suceden y desconcentran. Por ende, siempre es mejor distanciarse un poco, cambiar un poco, despejarse, y luego escribir, con tranquilidad.

Bueno, en esta ocasión, busco dar un poco de nobleza a un florero, con el ánimo de centrar la atención en nuestro propio interior, que a veces renegamos, pero que siempre está con nosotros, aún cuando las cosas no sean siempre como las queremos.

Nota:
La palabra "florero", no se refiere a persona, se refiere a la armonía interior de cada uno.

Historia:

Detenido estoy en este infinito, reconstruyendo los pedazos de un florero caído por el afán de las circunstancias. Un diálogo interno me devora por completo, y la reflección constante está siempre presente en mis sueños.

Los días parecen diluirse en la nada, las horas pasan tan de prisa. Sucumbo al cansancio, y ente sueños me despierto. Solo el silencio profundo me acompaña y en algunos instantes ciertos ruidos lejanos me indican que la vida sigue, con o sin lamentos.

Todo parece tan distinto ahora, el florero roto ya nunca más será como fue en su momento. Ahí está, de nuevo en su lugar, pero por mucho esfuerzo que haga, la compostura jamás borrará la huella profunda de su rotura. Yo no busqué romperlo, no, de ninguna manera, de hecho, ajena fue su caída, pero a nadie culpo, no tiene sentido, está hecho. Cuanto lo siento, pero seguiré trabajando con paciencia y esmero, pieza por pieza, reconstruyendo todo, y si es necesario, desde cero.

Pensé muchas cosas, pensé en todas las posibilidades, pude ver los hilos encausados en sus distintas direcciones, vi tristeza en todos ellos. Aún así, soy positivo, y poco a poco me levanto desde el suelo, con eterna paciencia, con profundo respeto, con la nostalgia eterna a cuesta, de lo que en cada día vivo, mientras a su vez, veo mi florero.

Quise hacer lo mejor, y lo mejor me fue esquivo. La racionalidad, la lógica estaba siendo superada, y eso conlleva siempre a convertirnos en ciegos. En tinieblas no hubiera visto el florero, lo hubiera roto aún más, sin querer, y no hubiera tenido la capacidad para recomponerlo. Pero ahí está, desde afuera aparentemente intacto a lo lejos, pero de cerca, otra cosa es, que requerirá mucho más tiempo. No obstante, trasparente ha de ser, para aquellos ojos más pequeños.

La vida debe seguir su curso, el tiempo nunca se detiene, sólo hay que continuar caminando, buscando una y otra vez, la armonía necesaria, en cada momento.

Los amigos vendrán, curiosos serán ellos, de buena fe algunos, y otros inciertos. Lo importante es, saber, que no todos entienden el verdadero sentido de ese extraño universo. Era un florero, no se trata de un mero adorno, no Señor, de ninguna manera, ni tampoco de algo perfecto, simplemente es y está ahí por un motivo, cobijando nuestros sueños.

Muchas veces somos egoístas, como otros, como aquellos, y criticamos a razón del propio entendimiento, y en nuestra tozudez rompemos aún más el florero. Lo he visto antes, lo veo ahora, y lo seguiré viendo.

Ser empático muchas veces se nos hace difícil, porque para entender hay que vivirlo. Pero querer nacer de nuevo, es como no querer aceptar, entre todo, también lo bueno.

Hay ocasiones en que solo miro aquel florero, tranquilo, sereno, y en silencio lo observo, con paciencia, con ternura, cada grieta, cada fractura, cada línea de su bella armadura. Rebelde, indómito, chúcaro, desafiante, egoísta, emotivo, como quién sigue adelante, buscando siempre nobles motivos.

Solo la bondad, gentil y grandiosa, realza su envergadura, y gigante ha de ser en su mística travesía. Nuevas ideas, nuevos proyectos, irán mejorando el camino, día a día, llevando consigo la necesaria sabiduría, que permitirá recoger el agua sagrada de su mágico florero.


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