Introducción
Siempre hay momentos de reflexión, que con el tiempo nos va permitiendo suavizar la exacerbada apreciación de los acontecimientos. Independiente de lo que sea, ver las cosas después de un tiempo, nos da otra visión más limpia. Esta historia, está narrada al límite de lo incomprensible, y lo único que pretende, es que cada lector sea capaz de ver en su propio interior, la luz que siempre nos ilumina en aquellos momentos difíciles, y que inevitablemente pasan, pero que al final, se arreglan. Por eso mismo, lo explico, ya que Jo será un personaje para el lector común, pero si se visualiza más a fondo, se entenderá su verdadero significado.
Historia
Distante entre las ruinas de aquello que se deshace entre los dedos, se encontraba Jo, con su vista clavada en el piso, tratando de encontrar una respuesta. Pese a que entendía la naturaleza humana, no podía aceptar ciertas equívocas convicciones.
Miles de argumentos en su mente se disputaban con gran vehemencia, encerrados en su propia contención. Esperar era el único camino posible, quizás una eternidad, porque otro accionar sólo implicaría el caos irracional, que no deseaba y detestaba. El precio, era la incomprensión que golpeaba a su puerta, algo que indudablemente el tiempo apaciguaría a razón de un mejor pensar, más tranquilo y más sereno.
Con el pasar del tiempo, lo práctico imperaría inevitablemente, y el resultado plausible de la emotividad poco a poco buscaría su flujo natural, uno más equilibrado, menos ansioso, más generoso, más racional. No obstante, los bonitos recuerdos de toda una vida, intactos en su mente quedarían, impregnados en su ser, permaneciéndo sin cesar.
Jo, trataba de encontrar una sabia respuesta que pudiese acoger en su existencia, pero su diferencia era radical, no encajaba en ningún patrón común de los humanos, muchas veces era criticado porque simplemente lo diferente produce esa especie de extraña incomodidad. No era mejor, no era peor, ni tampoco se trataba de vanidad, indiferencia, o falta de sensibilidad, solo era un ser inserto en un mundo complejo que solo el sabe como guiar.
Desde niño, Jo se adaptó como pudo, y creció observando la naturaleza de los hechos que se iban dando en su vida, aprendió desde su propio abandono, que una hoja cae en otoño, porque simplemente una vida surge en una mejor y nueva primavera. Entonces, todo se convierte en un ciclo, conformado por un conjunto de etapas predestinadas en cierto orden. Jo, lo entendía así, pero no siempre los demás le comprendían, porque preferían el recelo y la desconfianza de sus propios prejuicios, en una discusión interna y eterna de sus propias preguntas, de sus propias respuestas, de sus propias deducciones.
Personas sufrían alrededor de Jo, por diversos motivos, en distintos lugares, algunas porque querían, otras porque simplemente no lo podían evitar, ya sea por una enfermedad, un cambio radical en sus vidas, accidentes, recuerdos tristes que se negaban a dejar, pese a tener otros que sí eran alegres, en fin, distintos factores. Jo no podía resistir eso, lo observaba todo el tiempo, en todas partes, y su angustia muchas veces lo superaba. Era un estado emocional humano que traspasaba sus propias barreras, su autocontrol, su disciplina, su eterna paciencia y que ahí siempre estaban.
Jo, era un “Readers”, así como otros, pocos y escasos, cuyo objetivo principal, era saber, conocer y entender el entorno asignado, ver la naturaleza humana, apreciarla y quererla como ningún otro ser, comprender que lo creado tiene un propósito una razón de ser, donde existente caminos elegidos y construidos, que no deben ser tocados ni alterados, bajo ningún motivo. Pero Jo era distinto, aún para los de su propia especie, casi rebelde en ciertos aspectos, por lo que constantemente era observado, en todo momento, siempre sometido y cautivo en una realidad alterna que jamás le dejaría realizar su sueño imposible, “detener el tiempo”.
Entonces, sucedió, estaba sentado en una larga banca imaginaria y tras un largo silencio, Jo levantó su cabeza y abrió sus ojos al cielo, vio entre las nubes muchas siluetas, un pequeño elefante de color tenue en un espacio blanco, e incluso pudo ver la silueta de un Pegaso alado color canela que alzaba jubiloso su cola con vitalidad y energía. Lo miró un instante con detenimiento, como si todo fuese una sola imagen, y pudo observar en dos, aquella misma sana sonrisa desplegada con total inocencia, rodeada de otros, que también alegres le acompañaban, lo cual le dio por fin un momento de paz, y porqué no decirlo, el merecido alivio que quería.
Así fue como Jo se fue desvaneciendo, poco a poco, solo y en silencio, desapareciendo casi por completo, como también la ansiedad prendida a razón de un mensaje que no llegaría, mejorando notoriamente la concentración en otras cosas, cual útiles y necesarias que seguirían ya sin lamentos.
Siempre hay momentos de reflexión, que con el tiempo nos va permitiendo suavizar la exacerbada apreciación de los acontecimientos. Independiente de lo que sea, ver las cosas después de un tiempo, nos da otra visión más limpia. Esta historia, está narrada al límite de lo incomprensible, y lo único que pretende, es que cada lector sea capaz de ver en su propio interior, la luz que siempre nos ilumina en aquellos momentos difíciles, y que inevitablemente pasan, pero que al final, se arreglan. Por eso mismo, lo explico, ya que Jo será un personaje para el lector común, pero si se visualiza más a fondo, se entenderá su verdadero significado.
Historia
Distante entre las ruinas de aquello que se deshace entre los dedos, se encontraba Jo, con su vista clavada en el piso, tratando de encontrar una respuesta. Pese a que entendía la naturaleza humana, no podía aceptar ciertas equívocas convicciones.
Miles de argumentos en su mente se disputaban con gran vehemencia, encerrados en su propia contención. Esperar era el único camino posible, quizás una eternidad, porque otro accionar sólo implicaría el caos irracional, que no deseaba y detestaba. El precio, era la incomprensión que golpeaba a su puerta, algo que indudablemente el tiempo apaciguaría a razón de un mejor pensar, más tranquilo y más sereno.
Con el pasar del tiempo, lo práctico imperaría inevitablemente, y el resultado plausible de la emotividad poco a poco buscaría su flujo natural, uno más equilibrado, menos ansioso, más generoso, más racional. No obstante, los bonitos recuerdos de toda una vida, intactos en su mente quedarían, impregnados en su ser, permaneciéndo sin cesar.
Jo, trataba de encontrar una sabia respuesta que pudiese acoger en su existencia, pero su diferencia era radical, no encajaba en ningún patrón común de los humanos, muchas veces era criticado porque simplemente lo diferente produce esa especie de extraña incomodidad. No era mejor, no era peor, ni tampoco se trataba de vanidad, indiferencia, o falta de sensibilidad, solo era un ser inserto en un mundo complejo que solo el sabe como guiar.
Desde niño, Jo se adaptó como pudo, y creció observando la naturaleza de los hechos que se iban dando en su vida, aprendió desde su propio abandono, que una hoja cae en otoño, porque simplemente una vida surge en una mejor y nueva primavera. Entonces, todo se convierte en un ciclo, conformado por un conjunto de etapas predestinadas en cierto orden. Jo, lo entendía así, pero no siempre los demás le comprendían, porque preferían el recelo y la desconfianza de sus propios prejuicios, en una discusión interna y eterna de sus propias preguntas, de sus propias respuestas, de sus propias deducciones.
Personas sufrían alrededor de Jo, por diversos motivos, en distintos lugares, algunas porque querían, otras porque simplemente no lo podían evitar, ya sea por una enfermedad, un cambio radical en sus vidas, accidentes, recuerdos tristes que se negaban a dejar, pese a tener otros que sí eran alegres, en fin, distintos factores. Jo no podía resistir eso, lo observaba todo el tiempo, en todas partes, y su angustia muchas veces lo superaba. Era un estado emocional humano que traspasaba sus propias barreras, su autocontrol, su disciplina, su eterna paciencia y que ahí siempre estaban.
Jo, era un “Readers”, así como otros, pocos y escasos, cuyo objetivo principal, era saber, conocer y entender el entorno asignado, ver la naturaleza humana, apreciarla y quererla como ningún otro ser, comprender que lo creado tiene un propósito una razón de ser, donde existente caminos elegidos y construidos, que no deben ser tocados ni alterados, bajo ningún motivo. Pero Jo era distinto, aún para los de su propia especie, casi rebelde en ciertos aspectos, por lo que constantemente era observado, en todo momento, siempre sometido y cautivo en una realidad alterna que jamás le dejaría realizar su sueño imposible, “detener el tiempo”.
Entonces, sucedió, estaba sentado en una larga banca imaginaria y tras un largo silencio, Jo levantó su cabeza y abrió sus ojos al cielo, vio entre las nubes muchas siluetas, un pequeño elefante de color tenue en un espacio blanco, e incluso pudo ver la silueta de un Pegaso alado color canela que alzaba jubiloso su cola con vitalidad y energía. Lo miró un instante con detenimiento, como si todo fuese una sola imagen, y pudo observar en dos, aquella misma sana sonrisa desplegada con total inocencia, rodeada de otros, que también alegres le acompañaban, lo cual le dio por fin un momento de paz, y porqué no decirlo, el merecido alivio que quería.
Así fue como Jo se fue desvaneciendo, poco a poco, solo y en silencio, desapareciendo casi por completo, como también la ansiedad prendida a razón de un mensaje que no llegaría, mejorando notoriamente la concentración en otras cosas, cual útiles y necesarias que seguirían ya sin lamentos.