05 octubre, 2016

Fluir con el viento

Fue un día de trabajo, de reuniones, almuerzo “ejecutivo”, contrapartes,  colegas y acuerdos. El lugar era llamado “La Casona”, una casa grande ubicada dentro de una gran institución, utilizada como oficina, de no más de tres pisos, entre edificaciones y estructuras más modernas y recientes, algo que notoriamente se extrañaba.
 
El ambiente denotaba amabilidad por doquier, aún antes de llegar, la gente muy atenta y cortes, procurando asistencia en todo momento. Algo que fue notoriamente grato.
Después de la ardua jornada, hubo un espacio de tiempo, al finalizar, entre la distancia que hubo al caminar hacia la estación de buses, la que se transformó en un momento de agradables sensaciones. El aire fresco costero inundaba con fuerza las calles, y la brisa impetuosa se impregnaba en el rostro como queriendo marcar territorio, denotando su intensa presencia.
Era una caminata simple, solitaria y tranquila, con alegría en cada paso, muchos edificios alrededor, pero definitivamente un ambiente cálido y reconfortante. Después de tanto tiempo, aquellos pocos minutos fueron algo maravilloso. Caminar, pensar, sentir, vibrar con la naturaleza entre el cemento, entre verdes colores y vivas flores, un aire más puro, y un espacio limpio a disfrutar.
-          Y tú… Qué haces aquí?... Dijo el viento, como cogiendo su rostro con ambas manos.
La respuesta silenciosa era obvia, estaba, tenía que estar, y a su vez, deseaba estar, porque siempre es necesaria la cercanía. Eso no se cuestiona, pensaba, porque simplemente el flujo del universo es así, y nos guía misteriosamente como una corriente hacia donde queremos estar, aunque sea por breves instantes, los suficientes como para poder percibir la naturaleza, y algo más.
Todo es tan rápido en estos días, la gente fluye tan sujeta a sus obligaciones y obsesiones, que casi corren tras el tiempo,  dejando de lado lo maravilloso que es la contemplación de aquellas cosas simples que nos otorga la vida. Son pocos los respiros, entre vivencias tangibles, mientras los pensamientos fluyen siempre en libertad.
Quizás de eso se trata la vida,  no es avanzar y dejar atrás, o llenarse de cuestionamientos, acumular riquezas, o solo conocimientos, o creer en tener la razón sobre muchas cosas, asumiendo que el único punto de vista válido es el propio, no, no es así, es más simple, es mucho más simple que eso, es simplemente… sentir y disfrutar, hasta encontrar el punto en que la nitidez que nos otorga la verdadera verdad, caminando entre el sutil y constante fluir con el viento, sin más.