
Presurosamente alcanzó a vestir algunos atuendos y se arregló en cuestion de escasos minutos, como siempre el apuro de intentar hacer coincidir los horarios, no le permitían desfases, ni distracciones.
Nunca se sabe porque ni cuando algo sucede y cambia la dirección encausada de un ser humano. Lo cierto es que los acontecimientos suceden por algo, y ese algo es una señal aceptable, aunque no siempre comprensible.
De pronto, la invitación llegó muy cercana, e inevitablemente no pudo rechazarla. Siempre es una cosa por otra, pensaba, y en su mente rápidamente evaluaba, que sería mejor. Se mordió los labios, jugó con sus dedos ocultos bajo sus ropas, y sin muchas alternativas, dada la insistencia, y el hecho de que las entradas se encontraban compradas, accedió sin vacilar.
Nunca se sabe porque ni cuando algo sucede y cambia la dirección encausada de un ser humano. Lo cierto es que los acontecimientos suceden por algo, y ese algo es una señal aceptable, aunque no siempre comprensible.
De pronto, la invitación llegó muy cercana, e inevitablemente no pudo rechazarla. Siempre es una cosa por otra, pensaba, y en su mente rápidamente evaluaba, que sería mejor. Se mordió los labios, jugó con sus dedos ocultos bajo sus ropas, y sin muchas alternativas, dada la insistencia, y el hecho de que las entradas se encontraban compradas, accedió sin vacilar.
“Justo ahora”… noooo!!!... se decía. Cuestión de sincronía, momentos que vienen y van, transformando los hilos en otros hilos que no cesan de variar. Al fin y al cabo, tenía razón.
El día, contrariamente a lo que pensaba, además, estaba agradable, la tormenta que suponía, fue detenida por un pensamiento mucho más suave, sutil e intenso.
La noche ya se vendría, y un frío extraño se apoderó de la ciudad. Ahí estaba, entre vehículos, la muchedumbre, los "intelectuales" y variados vendedores itinerantes. Sus prendas oscuras hacían juego con sus zapatos brillantes, y con su frente siempre en alta prosiguió con el grupo que le acompañaba.
No pasó mucho rato antes de que la inquietud, y su correcta presencia diera entrega de su mensaje, el cual fue recibido amenamente. “Permiso concedido” era la frase que escudriñaba con la ubicación incomprensible de la exactitud. No obstante ahí estaba, en un mundo algo caluroso, donde el movimiento de los instrumentos daba armonía a una inquietud que no cesaba.
La distracción a ratos se hacía evidente en su rostro, algo que supo simular. No obstante la sensación extraña de la incertidumbre le acompañaba con cierta vehemencia, hasta el punto de no escuchar claramente las palabras que desde su costado brotaban, lo cual fué prontamente cubierto por la intensidad de la música.
Al primer descanso, fué inevitable mirar simuladamente a su rededor, casi como un reflejo. Sabía perfectamente donde estaba, sin embargo, no parecía estar donde estaba. Recordó entonces el como los fantasmas podían desvanecerse en el aire, y circundar libres de ataduras. Pero no se trataba de eso, sabía que estaba, pero no lo notaba. Sintió algo de frustración y coraje, pero se armó de paciencia y voluntad, procurando estar donde estaba.
Así transcurrieron las horas, y un montón de preguntas llenaron su mente, desviando su estadía hacia otros mundos, y hacia otros lugares.
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