20 mayo, 2011

Cálido y Frío



Hacía frío, aún bajo la protección del sólido recinto. Sus dedos se entrelazaban rodeando la taza, procurando el calor, mientras el reflejo del preciado líquido inducía figuras abstractas en circulares movimientos. Había hecho una pausa, una pausa que no esperaba hacer, una pausa inevitable que quiso persuadir rápidamente, pero que sin embargo persistía.

¿Por qué? Era la pregunta sin respuesta, y el silencio se hizo abrumador y eterno por algunos segundos, hasta que el bullicio de un grupo de jóvenes cortó el momento.

Todo siguió normalmente, sin embargo, uno de los jóvenes, sin querer, le recordó un detalle, uno significativo y que sólo era válido para sí. - ¿Qué tienes ahí?, preguntó con premura. El confuso joven extendió tímidamente su mano, en la cual sólo había un inocuo pedazo de papel a cuadros. Lo miró, y entonces ladeó su cabeza, frunció su ceño y desvió su mirada, como queriendo simular la respuesta que no encontraba.

Es sólo coincidencia, se dijo, y prosiguió con su trabajo, queriendo obviar el asunto.

Aquel día sería agotador, no podía distraerse, y el tedio del cuestionamiento era lo último que esperaba. Necesitaba hacer muchas cosas, y pese a ello, no podía evitar recordar.

Intentó obviar, y se aferró a lo que le hizo valorar aún más lo que ya poseía, y en lo concreto se quedó.



Supéralo”, retumbaba aún en su cabeza, como migas de pan esparcidas a montón, mientras agitaba su vaso, observando el curioso brillo de luz que reflejaba su rostro.

Ya era de noche, el frío acentuaba un leve temblor en sus manos, que prontamente buscaron refugio en nuevas palabras, que finalmente encontró. No era la respuesta que esperaba, pero si era lo que realmente necesitaba.

Entretanto, un abrigo se posó con gentileza sobre sus hombros, que aceptó con un dejo de simulo. En realidad, no quería hablar, sólo necesitaba pensar, y mientras escuchaba, sin prestar mucha atención, tomó sus cosas y se aprestó en seguir su camino sin mirar atrás.

Tarde o temprano, el recuerdo imborrable de un gesto, una imagen, un pedazo de papel inocuo, se vendría su mente, sin entender el porqué todo le parecía a veces, tan cálido y otras veces, tan frío.

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