01 julio, 2016

Plaza

Era un cálido atardecer de verano, estaba en casa de sus padrinos, había personas entrando y saliendo, algo ocurría, y entre ese ir y venir de personas, de pronto le reconoció, era Yf, una joven con quién nunca había tenido contacto alguno en persona. Ella se acercó casi por casualidad, su  saludo fue cordial, conversaron un par de minutos, había poco tiempo, al parecer tenía cosas que hacer al igual que el. Le acompañó a la salida, el se quedó en la puerta, mientras ella caminó  alrededor, cruzando la calle en un ir y venir desde y hacia donde estaba, seguían conversando, ella  comentaba que era de naturaleza inquieta y no podía permanecer inmóvil. Al parecer no solía conversar mucho sobre temas personales.
Ya debía partir, al igual que ella, se despidieron prontamente y el se fue caminando por una calle aledaña, continuando luego por una calle principal. A los pocos minutos de estar caminando, un vehículo se acercó al lado de él, despacio se abrió la ventanilla, y era ella nuevamente, quién  preguntó dónde iba?... El le dijo que iba al supermercado, ambos coincidían y con amabilidad propuso llevarle. Se produjo un breve silencio, y ante su insistencia, él accedió.
Se fueron conversando esencialmente cosas sobre sus estudios. El recorrido fue breve, y llegaron a una plaza cercana al supermercado. Debo pasar a buscar a alguien - dijo ella, y se  bajaron del vehículo, encaminando sus pasos hacia unas mesas que estaban dispuestas al aire libre.
Mientras caminaban, comentaban sobre el lugar y ella hablaba sobre un evento al cual tenía que asistir justo al frente cruzando la calle, en un local enorme de grandes letras. Llegaron a su destino, en dónde había una pequeña mesa de madera, de color café, en una esquina. El lugar era apacible, agradable, lleno de naturaleza, mucho verde alrededor, con gente que ocasionalmente pasaba por ahí, o se reunía en familia. En la mesa,  estaba la menuda figura de una persona de oscura y mediana cabellera, que escribía afanosamente sobre un cuaderno, rodeada de libros, lápices y gomas de borrar.
Ella se acercó a la mesa y saludó con cariño, e inmediatamente quién escribía levantó la mirada, correspondiendo el saludo con un fraternal abrazo, mientras se iba acomodando sus lentes, para ver mejor a su compañía. Se produjo un breve e incómodo silencio entonces, la joven presentó a quien le acompañaba sin mencionar su nombre ya que no lo sabía, entonces, quién escribía, simuló su inquietud y extrañeza como pudo, y saludó con escueta cortesía. La joven muy dinámica rompió inmediatamente el hielo comentando sobre las coincidencias de la vida, y los tres se quedaron un rato platicando. Pese a la incomodidad inicial, todo se fue distendiendo en una amena conversación sobre la vida y los estudios.
Entonces... el sol ya se ocultaba, y mientras las luces iban iluminando con decoro el lugar, todo se fue transformando en un instante  agradable, porque al fin, simplemente, el tiempo parecía ya no importar más.
 

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