Era un cálido atardecer de verano, estaba en casa de sus
padrinos, había personas entrando y saliendo, algo ocurría, y entre ese ir y
venir de personas, de pronto le reconoció, era Yf, una joven con quién nunca
había tenido contacto alguno en persona. Ella se acercó casi por casualidad, su saludo fue cordial, conversaron un par de
minutos, había poco tiempo, al parecer tenía cosas que hacer al igual que el. Le
acompañó a la salida, el se quedó en la puerta, mientras ella caminó alrededor, cruzando la calle en un ir y venir desde
y hacia donde estaba, seguían conversando, ella comentaba que era de naturaleza
inquieta y no podía permanecer inmóvil. Al parecer no solía conversar
mucho sobre temas personales.
Ya debía partir, al igual que ella, se despidieron prontamente
y el se fue caminando por una calle aledaña, continuando luego por una calle
principal. A los pocos minutos de estar caminando, un vehículo se acercó al lado de él, despacio se abrió la ventanilla, y era ella nuevamente, quién preguntó
dónde iba?... El le dijo que iba al supermercado, ambos coincidían y con
amabilidad propuso llevarle. Se produjo un breve silencio, y ante su
insistencia, él accedió.
Se fueron conversando esencialmente cosas sobre sus
estudios. El recorrido fue breve, y llegaron a una plaza cercana al
supermercado. Debo pasar a buscar a alguien - dijo ella, y se bajaron del vehículo, encaminando sus
pasos hacia unas mesas que estaban dispuestas al aire libre.
Mientras caminaban, comentaban sobre el lugar y ella hablaba
sobre un evento al cual tenía que asistir justo al frente cruzando la calle, en
un local enorme de grandes letras. Llegaron a su destino, en dónde había una pequeña mesa de madera, de color café, en una esquina.
El lugar era apacible, agradable, lleno de naturaleza, mucho verde alrededor,
con gente que ocasionalmente pasaba por ahí, o se reunía en familia. En la mesa,
estaba la menuda figura de una persona de
oscura y mediana cabellera, que escribía afanosamente sobre un cuaderno, rodeada
de libros, lápices y gomas de borrar.
Ella se acercó a la mesa y saludó con cariño, e
inmediatamente quién escribía levantó la mirada, correspondiendo el saludo con
un fraternal abrazo, mientras se iba acomodando sus lentes, para ver mejor a su compañía. Se
produjo un breve e incómodo silencio entonces, la joven presentó a quien le acompañaba sin
mencionar su nombre ya que no lo sabía, entonces, quién escribía, simuló su
inquietud y extrañeza como pudo, y saludó con escueta cortesía. La joven muy dinámica rompió inmediatamente el hielo comentando sobre
las coincidencias de la vida, y los tres se quedaron un rato platicando. Pese a la incomodidad inicial, todo se fue distendiendo en una amena conversación sobre la vida y los
estudios.
Entonces... el sol ya se ocultaba, y mientras las luces iban iluminando
con decoro el lugar, todo se fue transformando en un instante agradable, porque al fin, simplemente, el tiempo parecía ya
no importar más.
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