27 agosto, 2011

Ruidos Nocturnos



De lado estaba, y mientras la extensión de su mano recorría con extrema delicadeza, la suave tersura de su piel sin despertarla, recogía en su mente una canción en vivo, de Ana Torroja “Mujer contra mujer”.


El profundo silencio de la noche le acompañaba, cuando ya eran más de las dos, irrumpido sólo por unos ladridos que se escuchaban a lo lejos. Quizás porque intentaban comunicar algo, un presagio, una pregunta, o una señal de lo que no se ve, pero que sin embargo, se siente.


Sería instinto natural, tal vez una capacidad cegada intencionalmente para restringir nuestra capacidad. Eso nunca lo sabremos.

Entonces, agudizó sus sentidos, y algo pudo percibir. Fue una noche inquietante, una noche de Jueves, una de esas noches en que si se pone la suficiente atención, se puede sentir el rugir de un mundo vivo, del que no mucho sabemos.

Quince dedos entrelazados bastarían para contar un solo anhelo, pero un solo anhelo bastaría para poder captar los sonidos de este mundo errático y pequeño.





No hay comentarios.: