24 marzo, 2009

Una Hija, un Padre


Camino al colegio, aquella niña de no más de nueve años,
iba prendida de la mano de su padre, fuertemente aferrada
a sus pensamientos y a sus emociones. Portaba desde el
comienzo del viaje, una pena indescriptible, y de vez en vez,
trataba entrecortadamente de expresarlo a su padre.

Charlie se llamaba, su cachorro regalón, al cual le llamaba
hermanito, aquel que nunca tuvo, y que en silencio,
reprochó indirectamente en lenguaje de niña a su padre.

El padre recogió su vida en un pestañar, y un nudo en su
garganta le indicó aquello que pudo ser y no fue, fruto de
su propia decisión. En el fondo, el padre comprendió que
aquel dolor significaba algo más, no era la pérdida de una
mascota, sino más bien aquel pensamiento que muchos
tememos.

El padre ya sabía y conocía los temores de su hija, pero
no su real magnitud, y entendió que su gran aflicción era
la soledad y la desolación. Aquella emoción, lo remontó
a su propia infancia, y recordó cuando sus propios
padres le dejaron, en manos ajenas quedó, y pese a
tener muchos hermanos, en soledad se crió. Recordó
sus propias pesadillas de infancia, y le pareció tan
coincidente con las de su propia hija, que pensó que
algo de sí había quedado impreso en su mente. Pese
a que el nunca la abandonó, ni la abandonaría, aquel
temor estaba en la pequeña, tan fresco como el propio
recuerdo después de más de 40 años.

El padre meditó aquella situación durante todo el trayecto,
y de vez en vez miraba a su hija, que entre sollozos caminaba
apegada a su lado.

A paso lento y pausado, el padre guió a su hija a aquel
humilde colegio. Al llegar casi a la puerta, se detuvieron
un instante, y la niña no pudo contener más su aflicción,
sus lágrimas se derramaron libres por su rostro. El padre
se agachó a su altura, la sentó sobre una de sus rodillas y
la abrazó con extrema ternura. Consiente de su aflicción, miró
su enternecedor rostro, y le dijo:

“Hija, muchas veces nos encontramos frente a frente
con que un ser muy querido, ha de partir, para seguir
por distintos motivos, su propio destino, sin embargo,
por mucha pena que esto nos dé, la vida sigue, y el
tiempo nunca se detiene. Nunca debemos aferrarnos
en demasía, porque la aprensión siempre duele, y
el cariño y el amor es algo que debe ser libre, como
el viento, y siempre cálido como un amanecer.”
Luego el padre pensó en su interior..

Hijita, algún día, también me verás partir, pero eso no
importa, porque lo importante es el momento, este
momento y no otro que nunca has de saber. Cada
cosa tiene su tiempo, y aunque no esté, sabrás que
siempre estaré.

La vida nos enseña, y nos prepara, y a veces dejamos
pasar aquel mensaje encriptado que nos indica la clave
para poder superar la siguiente etapa de nuestras vidas.
nunca es fácil, pero siempre hay un camino. Después
de tantos años, se aprende que el afecto y el cariño,
no es algo que podamos desechar como si nada, porque
este siempre está en nuestros recuerdos, y aún así,
aunque por motivos físicos, no seamos capaces de
recordar, aún así, un sentimiento persiste, como una
señal que siempre nos acompañará, hasta el último
momento de nuestro largo camino.

19 marzo, 2009

Pedrito y la manzana


Pedrito era un chico de vida tranquila, sin mayores pretensiones que las de cualquier mortal. De humilde origen, creció basándose en sus propios principios y conocimiento interior.
Un día, al atardecer, bajo la intensidad de la lluvia, Pedrito caminaba por la ciudad, y se detuvo de pronto tras un gran ventanal de una Shopería. Estaba molesto, incómodo, por sentirse mojado, y muy hambriento ya que hacía tres días que no comía, por diversas circunstancias. El cansancio le vencía, debido a un arduo trabajo que debía entregar. Se miró su abrigo empapado, y se sacudió como pudo. Sacó de su bolsillo derecho, un papel blanco desechable, y trato de secarse un poco. Miró con cierto pudor, sus manos húmedas y temblorosas por el frío.

Pedrito se quedó unos instantes en aquel lugar, mirando hacia al suelo, casi con desesperación, donde sólo pudo ver la rotura de uno de sus zapatos, que dejaba entre ver que pronto necesitaría un cambio.

Al poco rato, volteó, y vio a través del vidrio de un loca, encima de una mesa, una estupenda fruta. Era una manzana pequeña, pero con el hambre acumulada le parecía gigantezca. Entonces pensó, que nada pudiese importarle más en ese minuto, que entrar a aquel local, y comerce aquella hermosa manzana. Entonces, ni corto ni perezoso, decidió entrar. No traía mucho dinero, más no quiso despreciar en lo absoluto aquella única oportunidad. Se sentó a la mesa, y observó aquella manzana, correctamente adornada en un bonito plato de color enteramente blanco, tal cual fuese un fino postre. Quiso observar por un instante aquella imágen, porque simplemente le pareció especial, y entonces extendió su mano para cogerla. Nadie le molestaría, pero en ese instante sintió una incomodidad inusual. Sintió nuevamente la humedad de la intensa lluvia, que aún persistía en sus manos, y se retractó. Se sintió suciedad en sus manos y lo hayó impropio.

Su hambre lo atormentaba, no obstante, su conciencia le indicaba que aquel postre le pertenecería a otra persona, por tanto debía dejarlo. - Qué hacer entonces, que era lo que realmente quería o debía hacer.

Al final, el motivo o la necesidad, pensó, son sólo instantes que quedarán por siempre en un recuerdo, y como tal quedarán por siempre, sin importar lo simple, sencillos o breves que estos sean. Lo importante es estar, aun que sea por un momento,con aquello que enmarca tú felicidad para el resto de tu vida.Osea, estar y no estar.

Luego de un largo rato, el hambre y el frío de Pedrito, se fueron diluyendo en la tibieza de sus pensamientos, y cuando encaminó sus pasos hacia la salida, miró nuevamente por aquel ventanal, y pudo observar con mucha nostalgia, como otra persona devoraba, casi sin tino, aquel delicado bocado, pese a haberlo visto primero.

Así fue, alguien gana, y alguien pierde. Pero nunca es como imaginamos, porque en la vida siempre tendemos a pensar que lo que vivimos es lo correcto, y dejamos o tomamos de a cuerdo a lo que creemos en un determinado momento.

Reconocer, un espacio de tiempo mejor, será siempre una tarea incierta, pero viable, donde después de una intensa lluvia, el sol nuevamente brillará, con la merecida cualidad, de haber hecho lo correcto.

En cualquier circunstancia, con cualquier opción, de todas formas se arrepentiría.

Pase lo que pase. La vida siempre continúa..

16 marzo, 2009

El Génesis de Jo

Introducción:

Así fue como la historia transcurrió, pasando de generación en generación, y un pequeño se postergó, hasta que por fin, su tiempo, llegó.


Relato:

La ciudad estaba devastada por la soberbia de algunos pocos, sedientos de poder. Y que sin medir las consecuencias, llevaron a una nación totalmente próspera, a sucumbir bajo las ruinas del desastre.

Los edificios se veían a lo lejos, inclinados, añosos, y desgastados por los embastes
del caos. Sólo las ruinas, hacían de su presencia, un verdadero testimonio de la importancia que poseía aquella gran nación. Aquella ciudad, tal cual como si fuese
un pueblo fantasma, se encontraba desolada, con apenas unos pocos habitantes,
que temerosos, se apreciaban, ocultos tras los edificios que aún podían ser habitables.

Las gruesas ruedas de un Jip, se abrían paso entre los escombros de un rugoso y
Sinuoso camino. Eran cinco jóvenes, vestidos con polvorientos uniformes, que realizaban trabajos de investigación sobre aquella devastada zona. La gente les miraba con atención, pero no se les acercaban, por temor, ya que estos se encontraban fuertemente provistos de armamentos y algunos aparatos tecnológicos de scaneo.

Necesitaban combustible, y agua al corto plazo, y se internaron en la ciudad hasta
Llegar a un viejo almacén. Prácticamente todos sus vidrios se encontraban destruidos, denotando un claro síntoma de saqueo. Los muchachos, entraron con precaución, siendo Ana, quién dio la primera señal de haber encontrado víveres. Joshua se acercó rápidamente, comprobando la suerte de Ana, de haber encontrado un pesado baúl, fuertemente sellado aún.

Los demás, sacaron rápidamente sus equipos, y algunas herramientas del Jip, y se dirigieron donde Ana y Joshua se encontraba. Después de varios y forzados intentos
Lograron abrir aquél baúl, desde donde un destello encandiló el pequeño rincón dónde
Estaban. Ante su asombro, cogieron algunos instrumentos de scaneo, y examinaron
Con cuidado aquel extraño destello. Asombrados, descubrieron que una forma de
Vida estaba contenida en una especie de cápsula, sin aberturas, y rodeada en su interior de un líquido viscoso y espeso.

Tanto la caja como la esférica forma, eran de tamaño considerable, por tanto cogieron
El huevo con sumo cuidado, hasta lograr sacarlo del baúl. Era una especie de capullo,
Semitransparente, que apenas dejaba ver que algo en su interior se movía.

Con cuidado, lograron taladrar con su equipo quirúrgico, el grueso casquete, permitiendo ver en su interior a aquella criatura, que se encontraba empapada en un oloroso líquido viscoso que lo envolvía. Estaba vivo, y después de un lastimero llanto, ahogado en sus propios fluidos, logró reaccionar, comenzando a moverse. Era un niño de muy blanco aspecto. El grupo de jóvenes, sólo enmudeció ante aquel fenómeno, y sin emitir ruido, esperaron pacientes lo que sucediera.

Luego de un rato, se comunicaron con la base, e informaron aquel gran hallazgo,
Confirmando con aún mayor asombro, que desde la base, ya tenían antecedentes de dicha información. - Pero como puede ser posible, y se miraron extrañados. Entonces, solicitaron más antecedentes.
Desde la base, informaban con claridad, es un caso A4, clasificado. Dijeron, y cambiaron a línea de comunicación segura. El grupo se acercó al monitor, y observaron con atención las imágenes presentadas, que provenían desde otra zona. La situación era exactamente igual, la única diferencia, radicaba en que aquel ser era una niña, con similares características a la cual le llamaron Ell.


- La misión no termina aún, replicó Ana con enérgico énfasis, por tanto nos haremos cargo de cuidar y proteger al bebé, por el tiempo que sea necesario, por años tal vez.

Y así fue, como aquel grupo de jóvenes continuó en su interminable misión de investigación, protegiendo y resguardando la integridad de su gran hallazgo, a quién le llamaron Jo.

Pasaron muchos años, porque aquella misión de exploración, era casi interminable. Toda una enorme ciudad en ruinas, y muchos años de investigación dieron pié al rápido transcurrir del tiempo. Jo, por su parte, poco a poco se fue incorporando en los quehaceres del amistoso equipo, y pronto aprendió con bastante habilidad, todas las técnicas que desempeñaba cada uno.

Así fue como sin saber como, un día Jo, se sentó sobre una roca, mirando hacia el horizonte, y sintió la imperiosa necesidad de ir más allá de lo permitido. Y tras ver las enternecidas canas de sus protectores, les miró con total ternura, se puso de pié, y sin una sola palabra, Ana se acercó y le abrazó con cariño, y portando una lágrima en su rostro, aquel día Jo partió.



El resto es otra historia…

12 marzo, 2009

El errante

No importa cuanto haya caminado, para aquel viajero,
su odisea le pareció casi infinita, sin retorno,
sin término, sin un destino claro. Sólo miraba aquel
lejano horizonte y se encorvaba ante el fastuoso sol
tras sus espaldas.

Sus pies se sumían en la arena, el dolor era su única
compañía, estaba sin agua, sin comida, y
tenía por seguro que no llegaría a ningún lugar.
Era como estar en una enorme prisión, sin límites,
dónde la palabra "imposible" parecía ser la única
variante posible.

Sus manos ya partidas, por la dureza del terreno,
y pese a todo denotaba la voluntad de quién, sin
orientación alguna, aún persistía en su místico
objetivo.

Sus deseos de vivir, su anhelo de seguir, pese a la
desolación, le hacía creer en aquello que no existe,
y que tantos imploran al momento del dolor.
Una plegaría, un consuelo, muchas preguntas,
y finalmente una respuesta. Pero todo eso, no
significaría nada, si dejaba de existir, por tanto
debía seguir, pese al cansancio, pese a su propia
debilidad.

Entonces, pasó aquello que nunca hubiera esperado,
y que pese al inmenso calor existente en la zona, pudo
percibir una brisa marina, tal vez transportada desde
algún confín lejano.

No todo estaba perdido, se dijo, - la esperanza no
podía desaparecer. Aún no, y se detuvo un instante,
levantó su rostro, y su nariz se abrió como dos
ventanales para determinar el origen de lo que percibía.
Era su salvación, estaba claro. El vital elemento que
tanto ansiaba, se encontraba en alguna dirección.

De pronto, en su quietud, tornó en tranquilidad,
al notar que la brisa era portadora de pequeñísimas
partículas de rocío, al momento que el atardecer caía.
Por fin tendría su tan preciada respuesta, pero como
todo en la vida, ninguna situación es igual a otra, y
cada momento se vive tal y como se va dando.

Sintió alivio, por fin, y se sentó sobre sus piernas.
Miró entonces sus manos, y pudo observar como
el milagro se presentaba ante sus ojos. Las gotas de
rocío prontamente se iban transformando en una
voluminosa y tupida neblina, que a la vez de refrescar
el ambiente, le permitió llenar sus manos, al punto
de poder beber un poco de aquella cristalina
esperanza.

No era un milagro, era simplemente,
un nunca rendirse.

07 marzo, 2009

Como duele

Mientras en fracciones de segundos, un taladro perforaba mi dedo pulgar derecho, un pensamiento fugaz pasó por mi mente, y me dió a entender, que debía parar. Una simple distracción fué suficiente, para que todo cambiara. Es curioso, pero las cosas suceden, por alguna razón.

Muchas cosas pueden suceder en la vida, construimos día a día un destino mejor, pero aún así suceden imprevistos fuera de nuestro control, que muchas veces pueden doler, por diversos motivos.

Nunca hay que sentir pena por aquello que se hace, sino hay que meditar en aquello que no hicimos. Pero siempre con una visión positiva hacia un próximo paso mejor.

Aveces nos duele más el otro dolor, que el propio, y es porque se escapa a nuestro control, y esa pena surge producto de lo insoluble.

Algo siempre cambia.

Seguir adelante es el único camino, y un mejor destino habrás de encontrar.

Lo importante, es saber que ya no se está sólo.

06 marzo, 2009

1000 años y una Montaña

Vestía un larguísimo abrigo de color negro, su color favorito, apoyado siempre de un bastón, de apariencia interminablemente joven, y un rostro excesivamente blanco, así como sus suaves pero robustas manos. Caminando siempre tranquilo por las sombras, con calmados pero seguros pasos, circundando en las cercanías de aquel enorme jardín, tan sólo para apreciar su entorno y su colorida belleza. Era su refugio, donde alguna vez el amanecer le vio nacer.

A lo lejos, revoloteaba ansioso, un colibrí, del cual podía observar con toda calma la lentitud de su feroz aleteo. Era un día agradable, casi primaveral, digno de ser disfrutado en su plena magnitud. El sabía perfectamente que no duraría mucho, y pese a tener la habilidad momentánea de controlar su propia existencia, el tiempo se comportaba como si fuese su mayor enemigo.

Condenado a seguir controlando sus pulsaciones, y ver como la vida transcurría a su alrededor, en tan sólo un latido, no siempre soportaba la angustia interminable de ver una y otra vez, como aquellos a quienes tanto quiso, iban desapareciendo impugnable mente bajo el yugo del pasar de los años. Así fue como por primera vez vio partir a su abuelo, luego a sus padres, y posteriormente a sus propios hijos, envejecidos o enfermos, sin más, que la suerte comprometida con sus designios.

Desde muy niño, pudo observar como su crecimiento difería, pues casi no crecía, no se desarrollaba en lo absoluto y su menuda y delgadísima figura, nunca estuvo a la par con los demás. Sin embargo, su mente, evolucionaba rápida y perfectamente. Muchos médicos se presentaron envueltos en un profundo conocimiento, llenos de su ostentosos profesionalismos, y ni siquiera con los equipos más especializados, pudieron determinar el por que de su inusual desarrollo.

Con los años, dada su experiencia e inteligencia, comprendió hábilmente que el ser diferente, tendría un precio.

Luego de 200 años, potenció poco a poco su habilidad para observar, y apreciar las cosas simples de la vida, pudiendo aceptar el lento pasar de su vida. Entonces, vio como las personas, los vehículos, los animales, las cosas, los árboles, todo, absolutamente todo, hasta las estatuas, poseían movimiento propio, y parecían cobrar una extraña forma de vida. Las personas siempre corrían, así como los animales, los árboles se movían veloces siguiendo el compás del viento como si fuese un fuerte huracán, las mismas flores se habrían y cerraban, cada vez que el día se transformaba en noche, y la noche en día, como si fuese un breve parpadear. Las estatuas, iban cambiando, ya sea su forma, como su posición, a la vez que su coloración, su tono, variaba. Un conjunto de diversas manchas aparecían y desaparecían, en un constante movimiento. Los edificios, también se movían como gigantes caminates, pesados, balanceándose mientras una constante vibración los estremecía. Los vehículos apenas mostraban algunos destellos de luz en la noche, como rayas magistralmente trazadas sobre un lienzo diluhible, mientras que en el día, estos mismos vehículos, se apreciaban como transparentes señales presenciales.

Podía controlar aquel flujo de su existencia, y así como aparentemente podía detener en el tiempo con sólo pensarlo, también tenía la habilidad de hacer lo contrario, y vivir tan rápido, capaz de ver como todo el mundo se detenía haciendo una interminable pausa, sumida en una coordinada distorsión.

Durante su vida, cambió muchas veces de identificación, para poder simular su avanzadísima edad y aparentar cierta normalidad, respecto al resto. Lo demás era más fácil, y recurrió siempre a su total soledad, ya que sería su mejor compañía, porque de esta forma ya no vería más el partir de aquellos que no le podían seguir. Entonces, como vivir así, como seguir así, era simplemente inhebitable, por tanto aprendió a vivir así, sin más cuestionamientos que le atormentasen, porque ya había luchado en más de una ocasión, sin más ganancia que lo que ocasiona una simple batalla perdida, por aquello que insoluble mente siempre le acompañaría.

Tal vez, lo único que necesitaba era una señal, un indicio, o simplemente una respuesta a lo inexplicable. Era un intangible, un sentir constante en su cabeza, cada vez que creía estar cerca de encontrar la pregunta que lo llevaría a conocer la luz de su tan ansiada respuesta.

Para qué vivir tanto, entonces, o porqué vivir tan poco, si al fin de cuentas, el tema se trata de vivir, aún siendo distinto a los demás, a su vez era tan prisionero como todos, quienes encerrados en sus propios asuntos, nunca se cuestionarían el por qué, de sus propias existencias.

Así, después de 1000 años, un día, desde la cima de una gran montaña, gritó su desdicha al viento, y finalmente decidió compartir su saber, su conocimiento, su experiencia, buscando siempre aquella señal emanada desde algún rincón, también oculto y solitario, donde lo verdadero cobraba un real sentido, bajo el constante soplar del viento que después de siglos azotaba sus manos.

Aquello que nunca termina, es porque nunca empieza, ya que asimismo nunca se empieza aquello que nunca termina.

05 marzo, 2009

Es o no es



Generalmente, cuando algo no resulta como uno lo espera, es porque nada es absoluto. Por algún motivo las cosas suceden, así como también, por algún motivo las cosas no suceden. Por algo será.

No hace falta ser genio para deducir, y ver como un oportunista asecha como lobo hambriento, para menoscabar la bondad y nobleza de quién es más susceptible. El gran intelecto indica que la probabilidad de que algo ocurra a la razón de uno en un millón, es 100% factible cuando se ocupa la insistencia del millón de intentos, con lo cual, el más débil al final termina cediendo. Que brillante estrategia, embaucar a fuerza de ofrecimientos y de deducir lo obvio. El lobo siempre será lobo, y el cordero siempre será cordero.

Las personas suelen armar rompecabezas que no siempre concuerdan con la realidad, y más encima seguir las pistas de quien tiene su propio objetivo en mente. Siempre faltarán piezas.

Las cosas cuando están claras, están claras y ya, no hay más vueltas que dar. Todos te dirán su punto de vista, y esa será una verdad. Pero lo real lo sabes, porque siempre ha estado dentro de ti. Eso es innegable.

La inocencia es algo que siempre se va dejando atrás, y eso es sumamente obvio. Hacerse el inocente, cuando las canas ya no se pueden ocultar, es totalmente absurdo, e innecesario. Cuando niños jugamos, cuando adultos seguimos jugando, porque la vida es así, nunca se detiene, no espera a nadie, y el juego consiste en eso, vivir y dejar vivir, siempre con la buena intensión de querer lo mejor para quien por sabidos motivos se tiene siempre presente.

Alguien una vez dijo “te quiero libre”, denotando una total generosidad, y un cariño verdadero, por tanto no hay nada que armar, porque lo sabido, bien sabido es. No es necesario pasearse tanto entre un puñado de árboles pensando en aquello que pudo ser y no fue, rompiendo con esta primicia establecida desde un comienzo. Siempre será mejor disfrutar del paisaje. Sacrificio o no sacrificio, no se trata de ilusión, engaño, desprecio, confusión, etc… nada de eso, porque lo que se sabe, se sabe y punto. No requiere mayor cuestionamiento. Por tanto, no es más importante la joya de diamantes puesta sobre la muñeca, cuando lo verdaderamente importante es la muñeca, y aún más, a quién pertenece.

Eso es lo que nos diferencia de los niños, poseemos criterio, y ya sabemos decidir que es verdad y que no lo es, sabiendo cual camino tomar. Aún así, es increíble como a veces un incidente menor pasa a ser un incidente mayor, y uno menor uno mayor, permitiendo que nos confunda con una total facilidad. Bueno, en eso consiste la libertad de pensamiento.

El objeto ya no importa, porque el espíritu se llena con la magia del saber, cuando uno siente y el otro siente también. Sólo eso importa, y es suficiente. No es un tangible, sino, un intangible que perdura más allá del tiempo, y que no admite razones, porque siempre no razona, es así, y no requiere más. Por eso duele. Por eso me duele.

Hay que tener paciencia, una vez más, así es, mi buen amigo el tiempo jugará una vez más a mi favor. Tiempo al tiempo…


Cosas domésticas


Bueno… ya voy para la segunda semana sin salir de casa, prácticamente incomunicado y muchísimo trabajo encima, levantando paredes, conectando cables de tendido eléctrico, pintando, haciendo uso de mi fiel compañera la sierra eléctrica, instalando pisos, martillo, taladro, clavos en mano, etc… Un encierro totalmente voluntario, para una actividad pendiente desde hace mucho. Pero el esfuerzo vale la pena.

Uf!, tras reconfigurar la cablería telefónica, entre otros servicios, por fin un poco de Internet, algo de tranquilidad y muchas ganas de seguir escribiendo, por su puesto.

Aún queda bastante actividad, y espero terminar pronto para luego darme un verdadero gusto, aunque sea un par de días, de verdaderas vacaciones, lejos de todo, y lejos de todos, en la costa quizás, respirando aquella brisa marina, que tanto hace falta, y sobretodo en plena paz y tranquilidad.

02 marzo, 2009

La historia del celular abandonado


Estaba un celular abandonado, en la calle,
sobre una mesa, en un escritorio, dentro
de un bolso, no importa.

Aparentemente, un día desapareció
y posiblemente su dueño lo buscaba,
pero este nunca lo encontró, o no se
percató de su desaparición. Hasta que un
día, el celular lo buscó a él. Un mensaje
daba pie para entender la importancia
de su existencia, sin mayor intensión que
ser un instrumento de comunicación,
breve, discreto y prudente.

Como dice el dicho:
"Tanto va el cántaro a la fuente que al final
se rompe".

Advertido y todo, el dueño al parecer
nunca entendió el sentido de este dicho,
y en un descuido, totalmente natural, dejó
su celular a la deriva. Luego, aquel día,
unas manos inadecuadas se apoderaron,
y sin entender una sola palabra, leyó
un mensaje, quedándose sólo con lo
literal.

El mensaje contenido, era irrelevante,
aunque claro y directo, porque su fin era
prevenir lo que por obvio sucedería.

Así lo que para algunos es bueno, para
otros es simplemente condenatorio
o incluso, se convierte en instrumento
de uso.

Su dueño, ya sabía de antemano, de esto,
y la importancia de no abandonar nunca
estos artilugios tecnológicos. Tal como un
amigo se lo dijo en su oportunidad.

El tema trascendió, y una información
malograda quedó almacenada en la mente
del lector, quién fácilmente encegueció
radicalmente su juicio, siendo condenatorio,
injustamente, y menoscabó su propia
inteligencia emocional.

Muchas veces, pasa, y hasta un simple
gesto puede alterar el entorno que nos
rodea.

Si ese gesto es de corazón, puede llegar
a doler cuando unas pocas palabras,
aparentemente, "duras", son mal
interpretadas.

Así, aquel celular que nunca sonaba,
que nunca molestaba, molestó, y sin
querer se convirtió en un instrumento
intruso.

Pero de todo se aprende en la vida,
y por muy genios que seamos, en un sólo
instante la vida puede cambiar.