30 marzo, 2010

Los hijos

A lo largo de mi existencia he aprendido que la vida es un enorme rompecabezas con piezas rotas o incompletas, que de alguna manera se deben ir acomodando, buscando siempre la mejor forma de seguir adelante. El motivo más poderoso que existe para continuar, siempre serán los hijos, aquel vínculo sagrado que jamás debe ser dejado de lado. Por sobre ellos no existe ninguna razón más poderosa. Ellos nos proporcionan la fuerza, la energía, la sabiduría para seguir por una senda de paz, de amor, de comprensión. Son nuestro cable a tierra, que nos centra en lo que somos y en lo que debemos, como personas correctas.

En lo personal, conozco la historia de un niño de una familia numerosa, que fue dejado con extraños, “abandonado” con apenas un año y medio. No obstante, sin importar los motivos, jamás condenó a nadie por ello. La vida da muchas vueltas, y en la actualidad pudo ver a sus padres, y sin preguntar nada, entendió que pasaron por malos momentos que les obligaron a tomar tan drástica decisión, y con sabiduría les abrazó con total cariño y comprensión.

Muchas personas suelen tener pensamientos equívocos, confusos, y autoconvencimiento de una realidad propia y extraña. Es una vida interior que se entremezcla con lo externo y que a veces perturba. Nos cuestionamos quienes somos, cuales son nuestros objetivos, que nos espera, pero en el fondo somos egoístas, porque siempre pensamos en nosotros mismos. Pero una cosa nos hace siempre mejores personas, los hijos, ya sean propios o ajenos, una maravillosa responsabilidad, un gran motivo, un sendero claro. Por ellos, uno supera muchas cosas, porque inevitablemente la vida continúa sin más, sin esperas, sin pausas, y por ellos la vida es bella.

Nada es igual, todo cambia, los hijos, aquellos que vimos crecer, aquellos que nos hicieron reír, aquellos que necesitan de nosotros aunque grandes estén, esos pequeños, que pueden ser muchos o pocos, pero que sin embargo nos dan la alegría y la fuerza que necesitamos para poder entender que nuestro verdadero motivo de vida no somos nosotros mismos, sino ellos.

Cuidarlos lo que más podamos, no aprisionarlos, que los limitemos, ni dejarlos tan libres como para que equivoquen su camino. Apoyarlos, amarlos, y estar cuantas veces sea necesario, siempre con una disposición positiva frente a la vida, olvidando y dejando atrás las penas, y siempre contagiando alegría, ese es nuestro deber.

A veces, pasamos por duros momentos, muchas veces producto de nuestra propia porfía, pero son momentos, que deben ser superados, porque lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás, es continuar caminando, con la frente bien en alto, por la senda que nos permita ser mejores personas, mejores padres, mejor familia, cuidando y protegiendo siempre a los más pequeños, nuestro verdadero tesoro, nuestros niños.






21 marzo, 2010

La Campana 2


El despertador marcaba las 5:40 AM de un día sábado, algo diferente. Que desesperación la tensión que produce el saber que tienes que empezar el día temprano y no fallar con las actividades planificadas, por temas de puntualidad y compromiso que siempre van de la mano, y todo después de una noche calurosa de trasnoche hasta las 3:00 AM.

Presuroso, aún sin salir el sol, cogía algunas cuantas cosas, los bastones, el banano, ropa liviana, bebidas y barras energéticas, algo de fruta, y algún que otro utensilio liviano para empezar la travesía. Todo apurado, el tiempo volaba, ya sea vistiéndose, tratando de revisar algunas cosas en el computador y más encima un fuertísimo dolor de estómago que acompañaría todo el día.

Salía a tomar el colectivo, con muy poca gente en las calles tibiamente iluminadas, hasta llegar a una estación de metro y atravesar la ciudad hasta llegar al centro. Desde ahí, arriba en un bus contratado en dirección al cerro “La Campana” de no sé dónde, tras una nueva cima.

Todo iba bien, salvo por el dolor de estómago, pero el ánimo nunca decayó. Una travesía de hermosos parajes rodeados de palmeras gigantes fué lo más llamativo del lugar, y mucho verdor, el delicado trinar de algunas especies de la zona, una que otra vaca en el camino, y en ciertas partes, el sonido refrescante del agua que se escurría entre las rocas. Una caminata relativamente liviana, pero no menospreciable, de por lo menos unas tres a cuatro horas, ida y vuelta.

Muchísimas fotografías se fueron sacando mientras ascendíamos con el grupo de amigos, de por lo menos unas 12 personas, recuerdos de parajes que valdrá la pena compartir.

Durante el trayecto, en un momento dado el pensamiento se hacía a ratos melancólico e inundaba los sentidos, y aquellas imágenes vistas se iban transmitiendo por el sendero de los mensajes del universo.

Habían instantes en que un paraje se hacía especial, incluso una piedra, una flor, un riachuelo, un trinar, daba como para pensar en lo maravilloso que sería compartir esas vivencias. Una foto no es lo mismo, pues palidece ante la majestuosidad de una vivencia.

Indudablemente, pensar se ha vuelto algo inevitable. Mientras se camina, se dialoga, en paz y en silencio, paso a paso, pero contento.

Ya en la cima, el premio mayor, una cascada, un hermoso paraje natural disponible para todo turista o visitantes desde un mirador improvisado, artificialmente construído con unos troncos de madera y tablas. Algo espectacular, algo especial que pese al dolor y el cansancio, valió la pena lograr la tan ansiada cima.

De vuelta, ya prácticamente no se sacaban fotos, lo único que se espera es simplemente llegar pronto. Los pies dolían a más no poder, pero que es la vida sin dolor, el dolor nos permite recordar lo que en un momento dado es tan especial, que por siempre lo portamos en nuestro interior.

¿Un asado?... así era, y bueno, que se puede hacer, ser un poco humano y compartir tal como lo hacían los demás. Era curioso, pero por primera vez, al menos en mucho tiempo, probar el bouquet de un Cabernet Sauvignon mientras se está fuera de casa y con amigos resultaba un tanto extraño, para una persona que en esencia no bebe, o no suele asociar muy a menudo estas cosas.

El tiempo transcurría tan rápido, todo acelerado. Al parecer es el mal de las grandes ciudades, donde no hay tiempo para nada, para trabajar, para dormir, para estar un rato solo y tranquilo, para meditar, para conversar, para soñar, para vivir, etc… Puede que sea sólo una apreciación pero así es.

Que ganas de poder dejar unos minutos para sí, detenerse un rato, para estar con lo que realmente se desea, pero en fin la vida es así. Siguiente parada, la familia, que ya había llamado con conspicua insistencia. Nuevo destino, la casa de un hermano, y para qué, para seguir comiendo.

Ahora ya son las 3:30 AM y en casita por fin, es tiempo de cerrar un día, lo que se pudo se pudo, y si no, ¿qué más da?, ya vendrá otro día mejor. Por ahora, guatita llenita, corazoncito contento, el cuerpo duele y el sueño se viene, mañana que nadie despierte, porque en sueños, otros paisajes se harán de la mano, como un nuevo camino, algo distinto, algo divino.

Bonitos y Gorditos.

19 marzo, 2010

Decisión


Me había negado a tocar este tema, porque no es bueno influir en el juicio libre de los demás. Pero creo que a veces es necesario saber escuchar.

A lo largo de la vida suceden muchas cosas, y entre ellas se encuentran las oportunidades, las ofertas y los nuevos caminos a considerar. Como elegir cuando existe incertidumbre, o que fácil sería si todo fuese tan claro que no cabría la duda ante algo seguro. En fin, muchas cosas se pueden dar en el camino.

Bueno, generalmente todo tiene su precio, y muchas veces quién ofrece la oportunidad es porque algo quiere a cambio. Nada es gratis en esta vida, y de alguna u otra forma nos encontramos frente a frente con lo ofrecido y con lo que realmente era. Así, mientras más tentadora sea la oferta, más oculta en su letra chica, sobretodo si hay una oferta sobre la oferta.

La duda surge por la carencia de datos, o todos los antecedentes, lo lógico entonces es la precaución, ante la duda abstente. Por otro lado, podría ser una gran oportunidad. Entonces, el dilema sigue existiendo… dejar o tomar.

Mirado desde el punto de vista práctico, el dinero manda, o la ganancia concreta. Pero eso que significa, acaso es: ¿Ver la vida como una mera conveniencia, una forma de pensar práctica, lógica y fría, con la cual muchos progresan, en una supuesta selva donde sólo los más fuertes prevalecen?

Quién no se atreve, jamás cruza el río, y por otro lado, la corriente te puede hundir en tu propia ambición. ¿Qué hacer entonces?

Quién propone tiene sus propios objetivos, quién recibe lo ofertado, simplemente opta por confiar o dejar. Como sea, tarde o temprano aparecerá el verdadero propósito de lo ofertado con tanta insistencia, y sus detallitos.

Sólo el acoso espera en otro lugar lejano, porque es obvio que cuando se está lejos del terruño, lo emotivo sucumbe ante lo único cercano. Disfrázalo de admiración, disfrázalo de trabajo y ganancia, pero la realidad es una sola, y aunque el objetivo lo trates de justificar de mil y una formas con la enorme bondad de una buena intención, tras lo práctico sólo existe el egoísmo de la propia conveniencia.

Preguntar a otros, es innecesario, es como intentar justificar nuestras propias decisiones, para incrementar nuestra valentía frente a la duda producto de nuestra propia inseguridad.

Es cierto, no digo ni que si, ni que no, porque la decisión es algo muy personal, y nadie tiene derecho a tratar de convencer a otro, de una aparente realidad maravillosa. Tampoco se trata de poner las cosas en una balanza, porque depende del momento que vivamos lo que colocamos en dicha balanza. La vida no es sólo una cosa práctica, hay algo más.

Lo mejor que se puede hacer en estos casos, es reunir toda la información disponible, por una vía distinta a la publicidad, tomarse todo el tiempo necesario, y no dejarse llevar por las presiones. La publicidad es engañosa, confunde los sentidos y sólo intenta convencernos de que algo es bueno, escondiendo su real objetivo.

¿Blanco o Negro?, ¿Qué será mejor…?

Eso, es una decisión, y sin vuelta atrás.

18 marzo, 2010

Orden


Aún era verano, caminaba un hombre en pleno centro de la ciudad, como cualquier otro transeúnte. Era un tipo alto y delgado de apariencia normal, tes blanca, pelo negro y largo al igual que su barba, de pocas canas, vestido en forma sencilla, jeans gastados, abrigo y sombrero negro al igual que sus zapatos polvorientos y guantes viejos sin dedos.

En un segundo dado, el hombre se detuvo repentinamente, y muy lentamente dobló sus rodillas hasta quedar en cuclillas, extendió su brazo derecho, abrió su mano y ubicó su dedo índice en contacto con el piso. Estuvo ahí un buen rato, inmóvil, mientras la gente presurosa a su rededor pasaba de largo, hasta que poco a poco algunos curiosos se fueron quedando junto a él, observándole con extrañeza.

Pasó por lo menos una hora, en la cual mucha gente comenzó a rodearlo, dado que muchos se fueron obstaculizando y atascando con los curiosos.

De pronto el hombre miró hacia el cielo, y dijo: - “¡Ya es hora!, todo lo que era ya no será, ¡la renovación ha comenzado!”. Dicho esto, sin desviar su vista desde el punto que tocaba, se levantó y retrocedió unos pasos, mientras en el piso se producía una abertura como una grieta profunda, que poco a poco se fue expandiendo, quedando bajo sus pies.

La gente no se movía de su lugar, intrigada con el fenómeno que ocurría ante sus ojos, hasta que la grieta se fue expandiendo cada vez más, y más rápido. Muchos retrocedieron, otros simplemente se fueron retirando a la vez que la grieta se expandía cada vez más veloz.

Al poco rato, la grieta ya contaba con una dimensión de un par de metros y la gente empezó a alterarse alrededor. En la medida que la grieta se expandía cada vez más y más, la gente iba entrando en pánico, ya que el piso en general se movía como si fuese un sismo.

El movimiento del piso se hacía cada vez más intenso. Muchos se asustaron y comenzaron a correr, otros gritaban presa del pánico puesto que la grieta ya había alcanzado los 10 metros de diámetro.

Lo curioso era que donde estaba el hombre parado, en el centro de la grieta, los sonidos iban desapareciendo, mientras el bullicio a su rededor se transformó en locura colectiva. La grieta ya había alcanzado una dimensión de más de 100 metros.

La grieta avanzaba cada vez más y más rápido y se hacía cada vez más grande, ya cuando abarcaba los 1000 metros, modificaba los vehículos, los edificios, las plazas, y a todos sus habitantes. Los edificios se hacían más delgados, la estructura metálica que lo sostenían y el concreto era purificado, haciéndose más resistentes, las paredes simplemente no eran más gruesas que un milímetro, y todos los artefactos cambiaban en su interior bajo las mismas características.

El uso de la energía era alterado radicalmente, ya nada funcionaba por combustión, electricidad o algún medio conocido, simplemente todo marchaba con el magnetismo terrestre. La gravedad también fluctuaba, haciendo que todo fuese más liviano. La misma temperatura se transformaba en algo grato al ambiente.

Las personas que eran alcanzadas por el fenómeno, dejaban de correr, y su apariencia era modificada en su totalidad. Los mismos atuendos que vestían eran alterados, modificando la composición de los tejidos, la piel en las personas era más tersa, las dolencias de algunos simplemente desaparecían, así como las manchas, las arrugas, las cicatrices, lo excesos producto de la obesidad desaparecían, la inteligencia se incrementaba consecuencia de los mismos cambios, las descomposturas de las ropas, la decoloración, el desgaste, todo, absolutamente todo iba siendo renovado.

Rápidamente, el planeta completo era cubierto por la grieta, desapareciendo en apariencia, quedando todo en el mismo lugar en que estaba pero mejorado, estructuralmente y tecnológicamente. El conocimiento del manejo de las cosas seguía claro en la mente de las personas, ya que las funcionalidades de los aparatos se mantenían según lo que recordaban. Todos se sentían bien y entendían mejor las cosas.

Después de varias horas, con la eficiencia que ahora les permitía las nuevas facultades, todo era más eficiente y más rápido. Así, los noticieros llegaron prontamente al lugar dónde se encontraba aquel hombre de sombrero, único ser en el planeta que aún mantenía su apariencia rústica. Haciendo un círculo a su rededor, la expectativa crecía en torno a él, producto de lo ocurrido.

Con cierta timidez, uno de los reporteros se acercó a distancia que consideró prudente y le preguntó: - ¿Quién es Ud.? A lo cual, el hombre volteó a mirarle y con voz serena, extendió su brazo derecho, abrió su mano ante todos y dijo: - “Soy lo que se encuentra en la palma de mi mano, y ahora tienen un conocimiento valioso que no recordarán”.

Dicho esto, empuño su mano con fuerza y todo volvió a su condición original.

Todos se quedaron perplejos, mirándose atónitos unos con otros, sin entender ni recordar porqué estaban conglomerados en aquel lugar, por lo que en cuestión de minutos, siguieron su camino, y su acostumbrada rutina.

El hombre se quedó parado un instante en el mismo lugar en que estaba, movió su cabeza con un dejo de tristeza mientras miraba el piso, intacto bajo sus pies, como antes. De pronto, entre la muchedumbre, una sensación lo conmovió. Sin levantar su mirada aún clavada en el piso, observó unos pies pequeños frente a el, que se acercaron despacio, calzado de charol negro, una falda escocesa, impecablemente vestida, una niña pequeña estaba frente a el. Poco a poco levantó su cabeza y pudo ver el rostro de la niña, de no más de ocho añitos, que le observaba con la misma melancolía reflejada en su ser. Luego de unos segundos, la niña dijo: - “Yo si recordaré”.

17 marzo, 2010

Un segundo necesario


Pasaba de ver a un amigo, cuando una simple idea pasó por la mente en aquel enorme recinto. Era casi medio día, y mientras caminaba por un pasillo, recordó de improviso una menuda figura y pese a su constante melancolía, con buen ánimo se hizo de valor y le visitó.

Miró a la distancia entre muro y muro, y se acercó con cierto toque de cautela, algo se vislumbraba a lo lejos, y siiii, si estaba, y se acercó con sigilo. Cuando llegó, se quedó quieto un instante, parado delante un poste, en total silencio, observando, tratando de no interrumpir, pero qué más daba, no tenía nada de malo. Toc toc, toc, se sintió despacito tres golpecitos discretos sobre el duro metal de unas delgadas puertas, mientras aquella criatura se estiraba cada vez más hacia la cercanía de una pantalla a más no poder, trabajaba y su concentración era imperturbable. No obstante, de improviso, ella volteó, y su pálido y dulce rostro se iluminó con una sonrisa impensable. Sin perder un segundo se puso de pié y sin dudar extendió sus delgados brazos llenos de regocijo que contagió sin tapujos. Fue un abrazo breve, limpio, sincero, y sobretodo alegre, escasos segundos que parecieron eternos pero increíbles. Toda una sorpresa de alguien que al igual que el, rehuía de aquellos gestos, porque generalmente podían ser mal interpretados.

El se puso de cuclillas a su lado, y conversaron cosas cotidianas, el terremoto reciente, vacaciones, la familia, etc., temas que no duraron más de unos cinco minutos. Como siempre apurados. En realidad, las palabras estaban demás en esos escasos minutos, eran insignificantes ante lo confortable que era percibir un aprecio tan libre y tan limpio. El estaba seguro, la sensación era regocijo, no cabía duda.

Lo necesitaba, en un momento un tanto crucial, y tal vez ambos lo necesitaban. Lo cierto es que muchas veces nos encontramos con pequeños gestitos que hacen que la vida sea un mundo mejor y más feliz.

Que puedo decir...
Simplemente, gracias.

15 marzo, 2010

Wow!

La embriaguez yacía en su mente, era de tarde, y de pronto, tras un mensaje inesperado, lo que percibía se volvió casi real. Confuso e intrigado, quiso aislar su mente y se sentó en un cómodo sillón, con sus brazos apoyados en cada lado, sin hacer nada más que simular lo cotidiano, mientras una extraña brisa se hacía presente.

Como una nebulosa se desplazó lentamente ante sus ojos y le envolvió, extendiendo sus extremidades sobre su rostro, a lo cual solo guardó silencio y esperó. Parecían frágiles manos que acariciaban delicadamente su rostro, su pelo, que luego, suavemente se desplazaban con un dejo de extraña libertad y timidez a la vez. Sólo en la quietud de la nada pudo apreciar la calidez de su voz casi imperceptible mencionando su nombre una y otra vez, en la cercanía de su rostro y de sus propios labios, para luego bajar poco a poco ante su asombro. Se mantuvo quieto, y observó con cuidado el delicado movimiento del aire que le envolvía, que recorría cada rincón de su ser, como queriendo conformar la ansiedad de un momento intangible, sutil y único.

Nada había, más que la soledad de unos pocos minutos que se hicieron especiales, por el solo hecho de sentir más allá de lo inimaginable, aquella cálida brisa de una tarde.

08 marzo, 2010

Mañana

2:38 PM de un día lunes como cualquiera, una mirada al lado y contemplar como duerme plácidamente quién elegido por siempre acompaña. Vueltas al dial de los canales de TV, hasta detener la atención en los Premios Oscar, donde lo más llamativo es un ballet acrobático y lleno de energía para anunciar unos temas musicales de película maravillosos.

Una vuelta a la cocina en busca de algo dulce, y luego intentar dormir nuevamente. Muchos niños entrarán al colegio, como primer día de este 2010, y como siempre la planificación se establece en la mente como un repaso contante y meticuloso de lo que vendrá después.

Las luces se apagan, la cabeza se poza de lado en la almohada y con las manos juntas en el profundo silencio de la noche, los ojos se abren de pronto, buscando en la nada distante una figura que se dibuja tenue como líneas delgadas sobre un blanco papel.

Detalles y más detalles, pero el tiempo no se detiene, y pese a que la noche se hace larga, un nuevo mañana que es hoy, empezará otra vez.

07 marzo, 2010

Otro Domingo diferente (R)

Ha sido un día productivo, donde todos hemos participado de alguna u otra forma en pro de un compatriota. Hemos visto y vivido, lo más terrible de esta tragedia de la naturaleza, más los infames saqueos, que por temor ahora van devolviendo insólitamente lo robado. En fin.

Muchas veces pensamos que la vida que llevamos es perfecta, o no nos gusta por diversos motivos, pero en cuestión de segundos un remezón, algo más grande que nuestra propia soberbia, nos devuelve a la esencia de lo que realmente es valioso.

Nos podríamos cuestionar muchas cosas, y en diversas formas, “Por qué Dios…”, “HAARP”, “El cambio de las polaridades”, “La teoría de las placas”, “Un Leviatán”, “Armagedón”, no importa lo que quieras creer, simplemente es y lo que sucede es por algo. Un momento, un remezón, y pese a lo malo, algo bueno se gatilla en una nación.

Ahora, un brillo de luz nos da una visión totalmente distinta de un país y su gente, mostrando una nación humilde pero grande de corazón, que es capaz de ponerse de pie. No será fácil, ni de un día para otro, pero todo va tomando su curso correcto.

Queda mucho por hacer, esto no termina hoy ni mañana, pero sin distinciones, ni colores políticos, un adobe se cae, y un ladrillo se levanta, un edificio se parte en dos, pero muchas almas se unifican en un hermoso “Chile ayuda a Chile”.

Pd. Los días se acortan imperceptiblemente bajo unos escasos centímetros, pero aún así, hay esperanza duradera.

Grande Chile.

01 marzo, 2010

Un Domingo diferente (R)

En profundo silencio, pensaba cada imagen apreciada durante el día, tanto en el noticiero, como en las mismas calles recorridas. Aquella gran ciudad fue devastada en muchos sentidos. Bencineras colapsadas, sectores completos sin luz y sin agua, edificaciones quebrajadas y destruidas, sin transporte público, sin teléfono, sin cajeros, sin semáforos, sectores incomunicados total o parcialmente, o con intermitencia de señal, supermercados y viviendas saqueadas, ya sea por la desesperación exacerbada de la gente o el mero vandalismo de muchos.

Era un desastre natural, transformado en un desastre humano sin precedentes. La necesidad es algo que se entiende, cuando pasan algunos días y los recursos para subsistir escasean, pero destruir lugares ya destruidos, desabastecer por completo todo en un solo día, es irracional, desmedido, no se justifica con nada. De qué puede servir llevarse un TV plasma o LCD, o zapatillas de marca, lavadoras, línea blanca en general, muebles, equipos de sonido, etc. etc. cuando está todo en ruinas. Más que claro, simple y descarado robo.

Hoy por ejemplo, salimos con un hermano y un sobrino, necesitábamos mercadería, cosas básicas y cotidianas, y como nada funcionaba sin efectivo, fue necesario buscar un cajero, ya sea para obtener dinero, o cargar saldo. Nada funcionaba. Recorrimos varias cuadras, hasta que nos encontramos con un grupo de personas haciendo cola a las puertas de un banco. Cosa curiosa, un tipo vestido de azul hacía las de un portero frente al cajero. Al poco rato, otro tipo se acerca a la puerta, y mientras se aproxima, recibo un llamado telefónico, contesto, y mi ángel guardián me avisa que el tipo lleva un cuchillo oculto en su bolsillo derecho. Cambio de posición rápidamente, observo, con un leve y discreto gesto indico lo observado, mientras el tipo se instala en la misma puerta junto al que estaba vestido de azul. La cola cada vez más reducida. Entramos, realizamos la actividad planificada, y nos fuimos al vehículo desde donde me habían llamado para advertirme. Nos subimos, nos fuimos, pensando que alguien tarde o temprano se quedaría solo en esa espera…

También se podía observar gente extrayendo con manguera la bencina desde el mismo depósito bajo tierra, de los servicios de combustible. Insólito, y así muchas otras cosas más.

Ir a un supermercado, ni hablar...

Qué curioso es el ser humano, como aves peleando por el maíz arrojado a granel, devastando y devorando todo a su paso, sin importar un después. Sólo falta que suban los precios de todos los productos y servicios, o que escaseen las cosas, por temor a la reposición de mercaderías.

Mañana será otro día, pero qué enrarecido está todo, ya no se trata sólo de un sismo.

Qué triste.